Hubo un articulista del ‘ABC’, ganador del Cavia, que, al poner punto y final a la columna del día, preguntaba a la señora de la limpieza: “- ¿Entiende usted este artículo?”. En caso de respuesta afirmativa, él decía: “Pues entonces hay que oscurecerlo”. A Juan Mayorga, filósofo, matemático, académico, dramaturgo, el autor español más representado en el extranjero, nunca se le ocurriría oscurecer una de sus piezas, pero escribe obras complejas, abiertas, sin respuestas, que exigen permanentemente la complicidad y, también, la reelaboración mental por parte del espectador. Se da en su último estreno, la enigmática, espléndida y sobresaliente ‘Los yugoslavos’ (Teatro de La Abadía de Madrid).
La obra profundiza en la tristeza, con los cimientos teatrales perfectamente sostenidos por un texto colosal. Y una magnífica interpretación, con la dirección escénica del propio Mayorga, que dota de una nueva creatividad su propio libreto. Lo escribió hace 10 años, sólo se había representado en el extranjero, pero plantea asuntos que actualmente copan la conciencia social. Se refiere, entre otras cosas, a esas personas que viven en el limbo de un lugar que dejó de existir. Las monedas de los yugoslavos ya no tienen valor en ningún sitio, pero ellos buscan el bar dónde únicamente esas monedas tienen valor. “Deberías haber ido dónde los yugoslavos, allí se juega de verdad mientras las mujeres bailan”, afirma un personaje. Y está el recuerdo de la poderosa selección de baloncesto yugoslava, ganadora de importantes campeonatos internacionales. “¿Dónde estarán ahora aquellos trofeos?”. Actualmente hay alguna guerra que puede hacer desaparecer algún país. Como ocurrió con Yugoslavia.
La función se desarrolla a un ritmo cálido. La mujer de un camarero ha dejado de hablar y el hombre pide ayuda a un cliente. Ahí arranca todo. Hay una continua atmósfera de misterio, como en otras obras del autor, un misterio que en las piezas de Miguel Mihura venía de Simenon, pero ignoramos su origen en Mayorga. Esta obra, distinta al resto de la cartelera, ubicada en un universo diferente, que es el universo/Mayorga, ofrece varios ángulos para fijar la atención y frases sensacionales en medio de un contexto inquietante. “Los padres tienen más poder muertos que vivos”. O: “Los niños no quieren dormirse porque saben que en el sueño pasan cosas”. Y están de nuevo los mapas con un papel preponderante, como en otros montajes del autor. Nadie escribe teatro en España desde hace lustros como Juan Mayorga.