La cantaora sevillana
Alicia Acuña ha fallecido a los
47 años, dejando una profunda huella en el
flamenco contemporáneo. Considerada una de las artistas
más progresistas de su época, Acuña fue una
voz única que supo tender puentes entre la
tradición del cante jondo y las
sonoridades electrónicas más vanguardistas, abriendo caminos insospechados para el género.
Nacida en
Sevilla, Acuña destacó desde joven por su
expresividad, su
dominio del compás y una
inquietud artística que la llevó a explorar nuevas formas sin renunciar nunca a la raíz flamenca. A lo largo de su carrera colaboró con
reconocidos músicos y productores, y su propuesta sonora fue aplaudida tanto en
festivales de flamenco como en
espacios de música experimental.
En los últimos años, continuaba
activa sobre los escenarios. Su
última actuación tuvo lugar el pasado
21 de junio de 2025 en el
Centro Flamenco La Merced de Cádiz, donde ofreció un recital lleno de emoción y entrega que hoy muchos recuerdan como una
despedida involuntaria pero inolvidable.
Además de su carrera musical, Alicia Acuña también dejó su sello en el
cine. Participó en la película
El mundo es nuestro, en la que protagonizó la ya célebre
escena de la saeta desde un balcón, un momento que se convirtió en
icono del cine andaluz contemporáneo.
Las fotografías que acompañan esta nota corresponden precisamente a esa
última actuación en Cádiz, testimonio visual de su
talento, su
carisma y su
compromiso con el arte hasta el final.
Su fallecimiento ha sido recibido con
hondo pesar en el mundo artístico y cultural, que despide hoy a una
creadora valiente, libre y profundamente comprometida con el flamenco.