Mientras mis amigos los locos jugaban en el patio, ajenos a las movidas de los pinganillos, me dio por recordar cosas. Me contó mi hermano Jesús, el médico, que una vez estaba en la consulta y le llegó un hombre con la cara descompuesta.
-Don Jesús, me han dado un golpe en el pinganillo y me han dejado para el arrastre- dijo el malherido.
Mi hermano, que, dicho sea de paso, era muy atento, le pidió que se bajara los pantalones para examinar la delicada zona donde se hospedaba el dolor que tanto aquejaba a aquella criatura. -Y ¿por qué me tengo que bajar los pantalones?- soltó extrañado el dolorido.
Mi hermano le advirtió que el que no ve no sabe, y el que no sabe puede hacer bien poco. El hombre contestó: -Don Jesús, si lo que me duele es la espalda, que es donde me han dado el garrotazo.- ¿Pero no acaba de decirme que le han dado en el pinganillo? -le contestó mi hermano.- No, ha sido en la espalda. Y el golpe me lo han dado en el pinganillo, que es el nombre de una finca que hay aquí a las afueras del pueblo. Sin comentarios.
Los pinganillos se han puesto de moda. El respeto a estas lenguas minoritarias no hay que perderlo nunca y tampoco la riqueza que suponen para un país. En todo caso, son lenguas derivadas del latín (excepto el euskera), pero, vamos, que tampoco hay que ponerse así. Salvando esto, me pregunto qué tiene que ver el tocino con un fiambre del tanatorio.
Por todo ello, y con temor a equivocarme, digo que: 1) El follón de los pinganillos es la pamplina más grande que se ha visto. Si todos hablan español y cobran en español, coño, que hablen en español y que no pierdan más tiempo, porque hay materia de sobra para hablar. 2) Esto suena a que, como en Europa han dicho que nones, de alguna manera hay que contentar a los delincuentes de los 7 votos. 3) Este loco piensa que es un tema de educación. Si alguien viene a nuestra casa, no le debemos hablar en una lengua que no entiende, porque el anfitrión se debe al huésped que recibe y no al revés, y más, si se pueden entender en el mismo idioma sin aparatitos que valgan. 4) Por lo visto aquí el dinero sobra. No vea lo que harían muchas familias con los miles de euros que han costado los cacharritos. 5) Es increíble que los palmeros andaluces puedan estar de acuerdo con que los catalanes estén siendo los mimados y ellos machacados.
Bueno, hay más motivos para pensar en la mala suerte que estamos teniendo los españolitos con este personal gobernante, cuyo único propósito es mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
Dicho lo cual, nuestro querido Ayuntamiento va a traer a Juan Manuel Serrat a recoger el premio por su compromiso con la libertad, la democracia y los derechos fundamentales. Me parece una idea genial y los locos a los que he consultado están de acuerdo. Nadie puede poner en duda todo lo que ha hecho Serrat en ese terreno, y el tenerlo aquí en La Isla es un placer y un orgullo. Si todas las ideas de nuestro ilustre Ayuntamiento fueran como esta, estaríamos en otro nivel. Eso sí, espero que el día 24 de septiembre a nadie se le vaya ocurrir repartir pinganillos en el Real Teatro de las Cortes por si canta algo en catalán, cosa que Serrat no suele hacer, porque prefiere entenderse con su gente y que sus canciones lleguen al corazón de quien lo escucha.