Francisco, nombre que utilizaremos para preservar la identidad del afectado, es un vecino de la localidad de Rota que espera un desfibrilador cardioversor implantable desde que su cardiólogo así se lo hiciera saber el 7 de mayo. Sin embargo, este vecino de la localidad muestra una gran preocupación por la incertidumbre que ataña la lista de espera. "Se trata de una operación menor" nos cuenta a este medio tras haber relatado su inquietud por no tener una fecha clara.
Francisco nos asegura que desde el hospital le confirman de que si no le llaman en julio ya tendrá que esperar hasta septiembre porque "agosto es inhábil, o así lo entendí yo en la llamada", sumando una espera mínima de cuatro meses. "Estoy expuesto a una muerte súbita" asegura con cierto nerviosismo y denuncia el actual sistema sanitario: "no sé cuál es el protocolo, pero dada mi exposición debería tener otro orden de prioridad".
El corazón de este vecino de la localidad tiene una capacidad inferior al 35%, una situación que agrava su preocupación a la suma de una posible arritmia maligna que podría poner fin a su vida. El calvario de Francisco comienza hace más de un año cuando le detectaron una cardiopatía. Anteriormente, desde mediados de 2023, Francisco acudió a Urgencias debido a episodios de asfixia notable: "recuerdo que no podía andar más de diez metros sin tener que pararme, me encontraba muy fatigado". Hasta en tres ocasiones acudió a Urgencias en Rota y la tercera fue en El Puerto de Santa María trasladado en la ambulancia desde la localidad.
"La primera vez que me vio el cardiólogo me ingresó a Puerto Real" cuenta este vecino de la localidad al percibir desde cardiología que su corazón funcionaba en un 18%. Una quincena pasó Francisco en planta hasta que le dieron el alta no sin estar bajo revisión médica periódica cada dos semanas para estudiar su evolución y reacción ante el tratamiento recetado. Así, la progresión de la capacidad se mantuvo por debajo del 35% y llevó a incluir a Francisco en la lista de espera para ser operado.
Esta visita al cardiólogo se debe tras haber sido derivado desde el reumatólogo, ya que Francisco padece desde hace casi treinta años artritis reumatoide. En esta consulta habitual fue derivado al cardiólogo y neumólogo, aunque al segundo no llegó a acudir tras la gravedad en la que se encontraba su corazón. El desfibrilador supondría una garantía para Francisco dado el bajo rendimiento al que trabaja su corazón y a la suma del riesgo de la arritmia maligna. "Mi corazón se ha quedado estancado en un 31%" indica Francisco, quien asegura que el desfibrilador es "una garantía en caso de producirse un episodio de arritmia maligna".
Francisco se muestra contrariado con los protocolos actuales de sanidad porque "igual consideran que no estoy lo suficientemente grave, pero quien me dice a mí que en cualquier instante me dé una arritmia". Además, insiste que "no hay garantía de que aparezca una arritmia en cualquier momento y mi corazón está débil".