Hace unos días observábamos en un vídeo que se hizo viral cómo agredían a un Guardia Civil mientras cuatro de sus compañeros allí presentes se mantenían al margen; sin intervención alguna que evitara la agresiva tanda de golpes que llegaron a dañarle la cara hasta el punto de sangrar por las fosas nasales, siendo intervenido por daños graves en el Hospital de Riotinto por rotura de mandíbula, entre otras lesiones. Este hecho volvió a crear en las redes sociales ese debate eterno que cada día vemos más a menudo, en el que se confrontan el respeto hacia los cuerpos de seguridad del Estado y las leyes actuales que debilitan ese respeto infranqueable que debería existir hacia dicha autoridad que cumple con una de las funciones más controvertidas de esta sociedad, a pesar de que el Ministerio del Interior siga negando dicho cuerpo como grupo de riesgo.
Al margen de mi opinión particular en este caso concreto, que difiere mucho de esos compañeros que se mantienen al margen y los motivos que condicionan esta situación, que no llegaré a entender por muy condicionados que se encuentren, creo que es hora de poner algo de orden en este tipo de incidentes, que cada vez son más habituales en esta sociedad tan valiente, mientras las cámaras controlan la situación, protegida por leyes y por una opinión pública hipócrita, falsa y maleable.
Esta situación no es más que un reflejo preocupante de la normalización de la violencia en la sociedad y permitir este tipo de agresiones es pactar con el diablo, asumiendo que aquellos que nos deberían proteger ya no “controlan” la ciudad y está en manos de pandilleros y maleantes que pueden campar a su antojo mientras un simple móvil los proteja. Lo curioso es que aquellos que ponen “las palabras en el cielo” ante la brutalidad con la que es tratada la Guardia Civil, son los mismos que cuando detienen al delincuente, o se defienden de una agresión como la vivida, sacan a relucir su vena más “humanista”, denigrando a dichas autoridades por realizar su labor, que a veces olvidamos, que es la de protegernos.
