Alguien dijo que “el optimista puede no tener razón al final, pero se divierte más en el camino”. La mentalidad positiva hace algo más que proporcionar una vida alegre, también mejora la salud.
Lo que denominamos como salud es el estado de bienestar físico y mental que resulta del normal funcionamiento de los órganos y tejidos de una persona. El concepto de salud cardiovascular fue promovido por la Asociación Americana del Corazón–AHA (del inglés, American Heart Association) con la finalidad de reducir el enfoque centrado en el riesgo cardiovascular y estimular la promoción y preservación de la salud. En 2010, la AHA introdujo este novedoso concepto, difundiéndolo mediante el programa Life´s Simple-7™ -7 simples de la vida- basándose en siete indicadores: cuatro comportamientos de salud (alimentación saludable, actividad física frecuente, no fumar e índice de masa corporal normal) y tres factores de salud (niveles normales de presión arterial, colesterol y azúcar en sangre). En 2022, estos indicadores fueron perfeccionados con el llamado Life´s Essential-8™ -8 esenciales de la vida-entre los que añadieron el sueño reparador, mejorando también su forma de puntuación.
www.heart.org/en/healthy-living/healthy-lifestyle/lifes-essential-8
Una reciente revisión científica, comprendiendo 15 estudios clínicos internacionales (215,151 personas analizadas), encontró que los optimistas tienen un 35 por ciento menor probabilidad de padecer una cardiopatía (infarto de miocardio) e ictus y 14 por ciento menor posibilidad de tener una muerte cardiaca precoz, lo que sugiere que el optimismo influye positivamente sobre la salud cardiovascular y, en última instancia, mejora la supervivencia. Estas investigaciones señalaron que el carácter alegre y positivo incrementa un 15 por ciento la esperanza de vida, con 50 por ciento mayor probabilidad de sobrevivir por encima de los 85 años que las personas pesimistas.
https://doi.org/10.1016/j.amjmed.2021.12.023
¿Por qué el optimismo es bueno para el corazón?
El optimismo se asocia con mejores resultados de la salud cardiovascular a través de diversos factores conocidos que incluyen ciertos comportamientos conductuales, procesos inmunológicos, inflamatorios, metabólicos y genéticos.
Hace más de 2.000 años, la escuela aristotélica, conocida como El Liceo, dividía la felicidad en hedonismo o placer inmediato, “sé feliz aquí y ahora” y eudaimonia o felicidad duradera, la que se obtiene viviendo una existencia plena y alegre. Mientras el enfoque hedónico define el bienestar en función del logro del placer momentáneo, el eudaimónico hace referencia a la capacidad de una persona para identificar las actividades vitales satisfactorias y esforzarse por lograr lo mejor de sí mismo.
Para el hedonismo, el organismo humano dispone de unos potentes neurotransmisores relacionados con el placer efímero, como la serotonina y dopamina que proporcionan “picos de felicidad”. En cambio, la eudaimonia utiliza ciertos circuitos neurológicos más complejos y estables, que se refuerzan y retroalimentan mediante los comportamientos y hábitos saludables que estabilizan múltiples conexiones neuronales en las áreas del cerebro dónde se almacenan los recuerdos gratos y el placer.
Estos sorprendentes datos clínicos que relacionan el optimismo y el corazón podrían explicarse por el hecho de que las personas con carácter positivo suelen involucrarse en comportamientos vitales saludables, mayor actividad física, dormir mejor, comer de manera saludable, no fumar, mayor actividad social con familiares y amigos, además de ser proclives en la búsqueda de nuevas metas y enfrentamiento a los constantes desafíos de la vida con actitud ilusionante ante el presente y el futuro.
La neurociencia ha demostrado que la felicidad se asocia a la estimulación de ciertas partes del cerebro humano -hipocampo, cuerpo estriado, amígdala, sistema límbico, entre otras-, poniendo en marcha algunos procesos neurohormolanes. Se ha descubierto que la neuroinflamación prolongada podría afectar esta función cerebral, mediante cambios en el estado de ánimo y el comportamiento. La sensación de bienestar se logra con un aumento de los niveles de varias hormonas -dopamina, serotonina, norepinefrina, oxitocina, melatonina y endorfinas-. La hormona del placer -dopamina- se libera especialmente cuando establecemos metas y objetivos, así como cuando logramos lo planificado, proporcionando una sensación de plena felicidad. Las personas alegres muestran mejor respuesta al estrés y, al despertar, liberan menos cantidades de cortisol -hormona del estrés-, con buena predisposición para controlar sus emociones y la toma de decisiones, fortaleciendo una actitud positiva.
Algunos estudios científicos han mostrado que la alimentación saludable podría explicar la menor prevalencia de enfermedades del corazón entre las personas optimistas, a través de las vías metabólicas e inflamatorias producida por los alimentos. La relación entre el optimismo con los niveles altos del colesterol bueno – HDL y niveles bajos de los triglicéridos protegen las arterias coronarias de la inflamación y la disfunción endotelial –mal funcionamiento de la capa de células que recubren las paredes interiores de las arterias-, evitando el acúmulo de substancias nocivas que van progresivamente obstruyendo el flujo sanguíneo de estas finas arterias del corazón.
https://journals.lww.com/bsam/toc/2011/10000
Investigaciones recientes han puesto de relieve una comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central y el microbiota -eje intestino-cerebral-. El microbiota intestinal está formado por un conjunto de microorganismos comensales, simbióticos o patógenos que se encuentran en el intestino y ayudan a digerir los alimentos, producir vitaminas o estimular nuestras defensas -sistema inmunitario-. Estos microbios se encuentran también en la boca y la garganta, el aparato respiratorio, el sistema genitourinario y la piel, son nuestros microbios colonizadores. Formando parte del microbiota existen billones de bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos, en una relación de mutuo beneficio con las células humanas. Se ha confirmado que el optimismo influye favorablemente en los cambios permanentes de la composición del microbiota, incrementando su concentración de hormonas, neurotransmisores y factores inmunológicos.
Los genes también juegan un papel importante en el estado de ánimo, con una carga genética alrededor del 30 por ciento. Se han descubierto genes asociados al optimismo y la felicidad, como los genes 5-HTTLPR, GPR139, MAOA y DACH1; algunos tienen una función específica para fortalecer el optimismo, como el gen DRD4 -gen del receptor de la dopamina D4- y el gen OXTR –contiene instrucciones para la producción de oxitocina-.
Amigos alegres
Desde hace décadas, venimos aconsejando tratar de rodearse de amigos alegres, un verdadero tesoro para el corazón. Ante el panorama global de malas noticias y tristezas, estos amigos proporcionan una perspectiva mental positiva, levantan el ánimo de manera contagiosa e inculcan una visión más alegre de la vida.
En general, se piensa que las personas optimistas nacieron de esta forma, pero esto no es totalmente cierto, uno puede entrenarse para volverse optimista. Las relaciones sociales frecuentes, salir a pasear a diario, tener recuerdos positivos, sonreír con frecuencia, contactar con expertos en salud mental o convencerse de que no es razonable desaprovechar nuestro limitado transcurso por la vida, rodeado de tanta belleza, suelen ayudar a revertir una actitud negativa, tan perjudicial para el corazón.
Las guías médicas para promover el bienestar y el optimismo a nivel individual, grupal y organizacional han mostrado resultados muy positivos, en particular la implementación de actividades que promuevan las relaciones sociales divertidas. La futura investigación sobre el optimismo y su impacto saludable sobre el corazón humano debería incluir estudios observacionales para comprender mejor estos mecanismos fisiológicos mencionados, así como ensayos específicos de intervención del bienestar para las diferentes poblaciones afectadas.
Ante todo, la investigación científica reciente está demostrando que el optimismo es un buen aliado de la salud y la supervivencia. Nada le gusta más al corazón que el amor y la alegría.
“Un optimista ve una oportunidad en cada calamidad; un pesimista ve una calamidad en cada oportunidad”. Winston Churchill (1984-1965). Primer ministro del Reino Unido, Premio Nobel de Literatura en 1953.
“Aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción”. Proverbio sueco
José Manuel Revuelta Soba
Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria