La verdad es que me cuesta entender que 100 años después el Museo Arqueológico Nacional de Madrid siga custodiando algo que si el hecho se hubiese producido en esta época deberíamos sentirnos orgullosos de poder contemplarlo en el Museo de Huelva o en ese futurible escenario de la plaza de Las Monjas, cuyo estado de disponibilidad se va a convertir en algo parecido al tiempo que se tardó en construir el monasterio de El Escorial. Sí, y me ratifico de forma contundente ante la pasividad, indiferencia y/o indolencia de quienes durante ese centenario han tenido y siguen teniendo la responsabilidad de dar forma al cotidiano decir de cada cosa en su sitio, algo sobre lo que desde hace tiempo enarbolé ante lo del edificio del que fue Banco de España, el viejo cuartel del Paseo de Santa Fe o la Prisión Provincial, asuntos en los que, al menos, se ha pronunciado el Ayuntamiento de Huelva y en torno a unos temas tan calientes en los que deberían manifestarse y arbitrar los apoyos y financiación necesarios a escala autonómica…
Sí, ya me manifesté oportunamente cuando el pasado 3 de octubre -ojo al dato- el Museo Arqueológico Nacional celebró, y aquí nos enteramos por los medios, como si Madrid fuese Nueva York, el centenario de la recepción en sus instalaciones del yo no sé porque aquí los llaman “el popular conjunto de los bronces de la ría de Huelva, que no del Manzanares, localizados durante labores de dragado del Puerto de Huelva en 1923”. Sí, miren al calendario y consulten agendas o enciclopedias y seguiremos preguntando qué fue de esas casi 400 piezas, entre espadas, fibulas, puñales, lanzas, fragmentos de cascos, hebillas y otros diversos utensilios de entre los siglos XI a IX antes de Cristo. Sí, sigan tomando nota y coméntenlo en los colegios, institutos y en la propia Universidad, donde estoy seguro que todos no saldrán de su asombro ante ese hallazgo que sigue siendo “uno de los conjuntos metálicos del Bronce Final más importante de Europa Occidental, y uno de los ingresos más destacados en las colecciones de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional”.
Sí, aunque pueda resultar un tanto fuerte y demasiado contundente, cuando el 3 de octubre del pasado año, el MAN aglutinó a Huelva y los bronces de nuestra RÍA -sí, así como suena y se escribe- como únicos protagonistas y la presencia de destacados investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas así como universidades de distintos puntos de España, incluida Sevilla y –leo- aunque no habrá ninguna ponencia de investigadores onubenses o procedentes de la Universidad de Huelva, que simplemente por derecho o protagonismo directo debería haber estado presente de forma destacada y siquiera como una forma de reconocer que el origen y motivo del acontecimiento tenía y sigue teniendo toda la legitimidad del mundo. El hallazgo, no lo olvidemos y empecemos de un vez por todas a ser reivindicativo, sigue siendo uno de los conjuntos metálicos del bronce final más importantes de Europa Occidental y uno de los aportes más destacados en las colecciones de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional, en el supuesto de que –insisto- no tuviésemos aquí un Museo suficientemente acreditativo y perspectivas, aunque sea a largo plazo, de contar con otras instalaciones que, como sucede con el Archivo Histórico Nacional van casi por el mismito camino -y perdonen la comparación- del monasterio de El Escorial…
A todo esto leo en Clásicos de la Arqueología de Huelva, de José Terrero y editado por la Diputación de Huelva, una descripción exhaustiva de los hallazgos a base de armas y objetos de bronce extraídos en los dragados del Puerto de Huelva. Bueno, y menos mal que la magnifica colección de objetos de bronce que se reproducen en el libro, evidentemente se pueden admirar hoy en el MAN y algunos dobles en el Museo de Huelva, toda una muestra del yacimiento correspondiente en cuanto a número de objetos, que es de los más abundantes de Europa y el mayor de España. Los 400 objetos hacen que tenga la categoría de ecuménico y necesariamente hay que citar al Puerto de Huelva a la hora de determinar su origen. De ahí que desde 1923 estos bronce han estado en el centro del debate en el paso de la edad del Bronce a la Edad del Hierro, “en el marco del cambio que se produce en la región con la llegada de los fenicios y su relación con el inicio de Tartessos y la construcción de Huelva como su epicentro…” A todo esto, y por último, creo que Huelva se encuentra en medio de una encrucijada en la que sus responsables políticos y expertos están obligados a tomar decisiones que nos garanticen el papel desarrollado a lo largo de la historia, y no haber estado en Madrid el 3 de octubre de 2023 es algo que nos califica o nos margina y, ante todo, demuestra que no podemos seguir anclados o como barco a la deriva.