Alfonsito, como todos los locos sabemos, es el diminutivo cariñoso de Alfonso, que es el padre de Alfonsito, como Carmen es su madre. Porque su nombre termina en
–ito, alguien podría figurarse que es pequeñito de estatura. Pues no, no es pequeñito ni de estatura ni de corazón, sino más bien grande de las dos cosas. Quien lo trata comprende con rapidez que además de todo eso es un cachondo mental que toca todos los palos y le echa coraje y horas lo mismo al carnaval que a la semana santa que al
sursum corda. Suele decirse que de tal palo tal astilla, porque sus padres pusieron los cimientos sembrando su Bodegón en 1986, que luce a gala el nombre de
Bodegón de Andalucía, que, como su apellido andaluz indica, Anda y luce desde su creación.
Alfonsito tiene un gran problema, y es que no le entra en la cabeza que el día tiene solamente 24 horas y que no es un chicle. A trabajar no hay quien le saque ventaja. Últimamente enlaza la noche con el amanecer y el amanecer con el mediodía trabajando hasta el punto de bloquearse el coco.
Sin embargo, un buen día hizo una pequeña parada en el trabajo para casarse con Elena, con la que incluso comparte el mismo apellido
García, al parecer de origen vasco y que hace alusión a la irresistible fuerza del oso.
Pues bien, hace unos días Alfonsito ha comenzado con Elena una nueva aventura hostelera estrenando un local nuevo a cien metros del Bodegón de Andalucía. El nuevo local, que sirve tanto café como copa y helados, se llama
SIÉNTETE. Por tanto, la cosa va de sentimientos y también de invitación a sentarse allí a saborear la gloria, si decimos
SIÉNTATE cambiando simplemente la penúltima
E por una
A. La verdad es que no para y lo mismo fue rey mago que es socio de la Cofradía Gastronómica Isleña Los Esteros, que es persona maravillosa. Los locos sentimos por ello felicidad y nos sentamos para tocarle unas sinceras palmitas, porque Alfonsito siempre recibe a cualquiera con una amplia sonrisa, lo cual es pasaporte seguro hacia la cordialidad.
Hoy, que recordamos la llegada del hombre a la luna en aquel 20 de julio de 1969, a los locos se nos viene al cerebro la hazaña de
Mascamaí, que fue en realidad el primer humano en pisar la luna. Bueno, más que pisarla se la comió con papas, porque su caballo se resbaló en la calle de los muertos y se metió de lleno en la luna del escaparate de los
Domínguez. Los locos estamos seguros de que todo es posible cuando se marca una meta por muy difícil que sea. Y quién puede olvidar aquellos versos de Federico García Lorca:
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
Y, aunque Elena le cantaba aquello de
Yo no te pido la luna, Alfonsito ha prolongado su trabajo atrapando también parte de la noche para ponérsela a los pies de su amor.
Ya sé que a los locos nos tachan de lunáticos y no les falta razón porque vivimos allí gran parte de nuestra vida, pero todavía nos quedan algunas células grises para felicitar a este hombre por haber luchado para hacer realidad sus sueños.
Alfonsito es otro ejemplo claro de cañaílla, que sin ser nombrado Hijo Predilecto de la Isla, ha hecho de la Isla su Hija Predilecta y, algo que es muy importante, arañando aquí y allí, tiene empleadas a 25 familias. ¿Hará falta decir más cosas?