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El Jueves

Las Ventanas

Jorge Bergoglio, el Papa que trajo un nuevo aire a los caducos aires Vaticanos, se ha ido en el Lunes de Pascua, en pleno Año Jubilar de la Esperanza...

Publicado: 25/04/2025 ·
09:51
· Actualizado: 25/04/2025 · 09:51
  • Adiós al papa Francisco. -
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

Este blog aborda temas generales de actualidad, preferentemente de interés local en Sevilla

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Jorge Bergoglio, el Papa que trajo un nuevo aire a los caducos aires Vaticanos, se ha ido en el Lunes de Pascua, en pleno Año Jubilar de la Esperanza, a poco que los “chiflados sevillanos cofrades” (como cariñosamente nos llamó) salieran con el Cristo del Cachorro camino de la ciudad eterna. Sí, el Papa ha muerto con las botas puestas, como ya se ha tildado en algún medio de comunicación. Se ha ido después de una penosa enfermedad y un largo ingreso en el Hospital Gemelli de Roma. Se ha ido tras un penoso sufrimiento, pocas horas después de su última bendición Urbi et Orbi (una bendición papal que se imparte solo en dos días del año: el domingo de Pascua y el día de Navidad) con la voz que no le salía del cuerpo.

Un hombre que fue de los pobres y de las periferias; que renunció a vivir en los aposentos papales de palacio para instalarse en la sencilla Casa de Santa Marta; que ya viajó en metro siendo obispo; que trató de sonreír en la mayoría de las ocasiones; que se acercó a presos y desamparados, a pobres y a niños; que abrió la jerarquía de la Iglesia a la mujer (“a la que había que tratar como madre”); que se refirió a los homosexuales y a los apartados de la doctrina, a los carentes de fe; a la pederastia, la injusta lacra que sufre la Iglesia Universal por culpa de unos pocos de “garbanzos negros”, nunca de la mayoría. El Papa que ha revolucionado las formas hasta en sus honras fúnebres y que tuvo la valentía de dejar, en su testamento, la renuncia al Trono de Pedro si un día sus facultades le impedían el cumplimiento de su deber.

¿Vieron sus manos y su rostro en el ataúd? Manos arrugadas del trabajo, rostro sereno del deber cumplido. Se va con la tranquilidad de que hizo no solo lo que el camino de Dios le marcaba, sino lo que su conciencia le dictaba. Estoy seguro de eso.

Bergoglioes muy posible que sea estudiado como el Pontífice que cerró una etapa de la historia de la Iglesia y que, a vez, abrió otra. Porque al menos a mí, me queda ahora una duda: todas esas ventanas nuevas que abrió para que entrara aire limpio y actual en el Vaticano ¿seguirán abiertas? ¿se entornarán poco a poco para acabar, de nuevo, cerradas? O por el contrario ¿se abrirán aún más para perpetuar su legado?

No sé contestarme a estas preguntas, quizás los vaticanistas lo sepan hacer mejor. Los vaticanistas que predicen por donde irán las elecciones del nuevo Papa y que siempre terminan equivocándose. Es curioso, pero una vez que conocemos al elegido, todos esos sesudos analistas de la Iglesia predicen (a toro pasado) que era la tendencia que ellos señalaban.

Esperemos unos días y sabremos cómo quedan las ventanas del Vaticano: semiabiertas, abiertas o cerradas para siempre. Eso nos indicará qué Iglesia tenemos y, por supuesto, anclada en qué siglo.

Descanse en paz, Jorge Bergoglio. Un hombre bueno.

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