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Lunes 28/04/2025
 

El cementerio de los ingleses

Trampas al solitario

También es típico hacer una afirmación y cerrar la intervención diciendo “y no me vengas con...”

Publicado: 27/04/2025 ·
15:37
· Actualizado: 27/04/2025 · 15:37
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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El debate en redes sociales es uno de mis temas fetiche en esta columna, dado que cualquiera de nosotros somos susceptibles de caer en cualquiera de los vicios que entraña. Envalentonarse en exceso por el anonimato que nos brinda, enervarse cuando una respuesta es contundente, mentir directamente para salvar la dignidad cuando el adversario nos desarma con argumentos o sentirse derrotados cuando hemos de dar la razón al interlocutor, por poner algunos ejemplos. Hay componentes varios para caer en ellos, como creernos en posesión de la verdad, animadversión hacia la postura contraria o el propio ego que se nos hiere cuando vemos que estamos equivocados.

Una trampa al solitario muy común es la repetición de la premisa inicial cuando te la acaban de desmentir. Por ejemplo, si un negacionista de la violencia de género me dice que matan más hombres que mujeres, yo le explico que hablamos de asesinatos con componente de género y le recuerdo que, desde 2003 (cuando se empezaron a registrar datos) hay más de 1.200 mujeres muertas por apenas 200 hombres. A pesar de esta abismal diferencia en los datos que desmienten su premisa, el tipo volverá a repetirme que matan a más hombres que mujeres. Es intentar llevar la razón por desgaste. Seguirás sin llevarla, pero nadie te contesta porque tu interlocutor está harto de ti.

Otra trampa al solitario es sacar de contexto cada información o dato. Imaginemos que alguien me dice que no se puede hablar de las irregularidades fiscales de Juan Carlos de Borbón porque no hay sentencia judicial. Tendría razón a medias: la inviolabilidad que le ampara (aún sin ser ya Jefe del Estado) impide que esa sentencia exista porque no se le puede procesar, pero las irregularidades existieron en tanto que tuvo que regularizar sus cuentas con Hacienda y previo aviso de esta por ser vos quien sois. Es decir, el contexto que intenta quitar a la información desmentiría su premisa.

La siguiente es la que consiste en hacer una afirmación falsa amparándose en datos verdaderos. Por ejemplo, por la Ley de Violencia de Género, sabemos que un hombre denunciado por ella pasará al menos una noche en el calabozo para evitar que, de ser cierta la denuncia, tengamos una muerte más que lamentar. Sin embargo, si cambiamos calabozo por cárcel, muchos no entenderán la diferencia y creerán que se tienen antecedentes por una denuncia, que se quebranta la presunción de inocencia... Del mismo modo que, si se afirma que dicha ley discrimina a las lesbianas, se está obviando el detalle de que no hay componente de género entre dos personas del mismo sexo. Tiene cobertura legal, pero por otro tipo jurídico. No hay discriminación, pero se puede retorcer el lenguaje para que lo parezca.

También es típico hacer una afirmación y cerrar la intervención diciendo “y no me vengas con...”, siguiendo con la respuesta que ibas a dar porque es la que corresponde al argumento que ha aportado. Intenta tomar las riendas del debate, evitando que le respondas lo que desarmaría su argumentario. Por ejemplo, cuando se habla de las víctimas de los protocolos de la vergüenza de Ayuso en Madrid, dirá “y no me vengas con el cuento de las competencias autonómicas”.

Hace tiempo que el debate no es intercambiar ideas para alcanzar una conclusión o aprender, sino de tratar de quedar por encima y engordar nuestro ego. Aunque sea haciéndonos trampas al solitario.

 

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