Plumas anónimas

Publicado: 20/04/2025
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Aunque algunos papanatas hablen hoy de dictadura (como Miguel Bosé recientemente), la mano de hierro que nos oprime es la del algoritmo en redes sociales
Hace poco menos de un año, publiqué en este mismo medio un artículo titulado Editorial Instagram en el que hablaba de cómo el mundo literario se veía afectado por la aplicación de criterios empresariales a lo artístico; de cómo las grandes editoriales tienen como requisito para considerar un manuscrito que su autor tenga un número determinado de seguidores en redes sociales para creer garantizadas unas mínimas ventas. Aunque algunos papanatas hablen hoy de dictadura (como Miguel Bosé recientemente), la mano de hierro que nos oprime es la del algoritmo en redes sociales. Si quieres una oportunidad como autor, tienes que llamar la atención en ellas y esto se vuelve incluso más importante que escribir bien y contar buenas historias.

Esto me lleva a acordarme hoy de tantos autores con talento que son grandes desconocidos para el público en general y que a menudo combinan su trabajo, el que pone el plato en la mesa y paga las facturas, con el pico y la pala para abrirse camino en un mercado como el literario, saturado de buenos escritores que pasan por delante de los lectores como las luces de los coches en un centro urbano cualquiera. Plumas anónimas, cuyos nombres el público ha podido oír pero no retener, libros con calidad narrativa que ocupan el rincón más escondido del estante (cuando no comen polvo en la trastienda) de alguna que otra librería. Currantes de las letras que acercan sus obras a los lectores sin ayuda de nadie: sólo con ilusión, talento y una caja de libros a cuestas.

En estos cuatro años que llevo como escritor, me he encontrado con la habilidad narrativa y poética del pradense Miguel Ángel Rincón Peña; curiosamente, un poeta al que conocí incursionando en la novela con El Caso Passion. También, un poeta de lo sencillo como se puede leer en La vida en el pueblo. También, he encontrado las novelas románticohistóricas de Patricia María Gallardo Soriano, autora de El legado de Sybill y su continuación El vínculo de Sybill, capaz también de escribir un cuento infantil (Nuuk y la gran carrera) o una comedia erótica con trasfondo social como Mona y Árzur. De alguien capaz de combinar una buena historia de brujas con el humor más descacharrante, como Gema Tacón en su saga de Las Soliña, no les voy a descubrir gran cosa porque sería querer descubrir América a estas alturas. 

Me voy quedando sin espacio en esta columna y me siguen quedando libros y autores por nombrar, como la profundidad de Semilla Negra (Neera Milena), el romanticismo mezclado con acción de Al pasado se lo llevaron las bombas (Majo López) o Blue Moon (Mary Fort); el romance cantado que sólo se materializa en un reality show (7 citas, de Sylvia Marx), el estilo desenfadado de Edith Winter en Gala, volando libre o los pensamientos de Laura Rodríguez Porras en su Fragmentos de un corazón en cuarentena. La original apuesta por el coaching literario de Xavi Guimerá (Ama tus miedos) es otra delicia a tener en cuenta.

Como ven, hay muchos Nombres de Mujer en un mundo tan luminoso como El Faro de Estela y que puede retar a la mente o apelar a las emociones como Tú mataste a Dumpivampi; sí, estos títulos son míos y queda “regular nada más” darse autobombo, pero tómenlo como una particular rebelión contra esa dictadura del algoritmo que decíamos al principio. La cosa es dar nombre a esas plumas anónimas y aún me siguen faltando: Isabel Ramos, Magali R. Mátar... y no acabamos nunca.

 

 

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