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Desde mi azotea

Resarcimiento de la justicia

El Gobierno y los partidos democráticos no deben permitir esto, y deben unir fuerzas para explicar a la sociedad lo que está pasando

Publicado: 12/06/2025 ·
14:57
· Actualizado: 12/06/2025 · 14:57
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Podría haber titulado este artículo como el resarcimiento de la Memoria Histórica, conforme disponen las diferentes leyes estatales y autonómicas existentes sobre la materia. Pero no, no voy a tratarlas. Me voy a referir a las cuestiones más importantes que se están olvidando con el paso de los años. Uno de ellas es el miedo que tienen muchos ayuntamientos a localizar y desenterrar a las víctimas fusiladas en tapias de cementerios, plaza de toros, descampados, etc…, que yacen en profundos hoyos, unas encima de las otras, como animales. Miedo a recuperarlas del ostracismo y del olvido. Sus familiares, muchos de los cuales ya han fallecido después de muchos años de busca, no han visto recompensados sus esfuerzos por la inactividad de las administraciones competentes. Y “quien olvida su historia está condenado a repetirla”.

Si miramos la actualidad política española, muchas de las secuencias que se repiten recuerdan a situaciones parecidas que se dieron entre 1935 y 1936. La extrema derecha, más fuerte que nunca -por desgracia- dado el apoyo que le presta el PP, está demostrando cada día que la camisa azul y el cangrejo les vienen como anillo al dedo. Y muchos de estos simpatizantes, por lo que se puede observar en videos y publicidad, estarían dispuestos a apretar el gatillo otra vez. Y no digamos que harían con el presidente del Gobierno, al que le profesan un odio a muerte. ¿Es esto normal? Pues depende por donde se mire. Hace ya años que se están dejando crecer las mentiras de la extrema derecha, lo que fomenta y alimenta a muchos jóvenes desengañados por la falta de trabajo, oportunidades, vivienda, o lo que sea, y que ven en estas corrientes extremistas la solución a sus problemas.

El Gobierno y los partidos democráticos no deben permitir esto, y deben unir fuerzas para explicar a la sociedad lo que está pasando, recordándoles a nuestros jóvenes la historia de dónde venimos. Muchos ayuntamientos están instalados en el olvido y mantienen en sus calles nombres de golpistas y asesinos de los del tiro en la nuca, o de chivatos que delataron a muchos que fueron luego fusilados. No se puede olvidar lo que pasó en España, tanto en la Guerra Civil como hasta entrado unos años más tarde, donde desaparecieron miles de personas por el mero hecho de ser de izquierdas o sindicalistas. Fueron personas vilmente asesinadas a las que vejaron y, además, maltrataron a sus familias, siendo despojadas de todas sus propiedades y abandonadas a su suerte. Eso no debería volver a ocurrir. Lo que está pasando en las manifestaciones o concentraciones de Vox con fascistas y franquistas claramente identificados, donde se desprecia el estado de derecho ejecutándose un muñeco colgado, símil del presidente del Gobierno, tiene que tener un final y unos responsables penales. La justicia debe actuar contra esta gente indeseable. Pero por desgracia hay algunos jueces en este país que juzgan solo con indicios y se permiten después el lujo de proponer juicio oral contra los acusados sin pruebas fehacientes. Y el Poder Judicial calla. De vergüenza. Esto también aúpa a las extremas derechas y, últimamente, también al PP, que cada vez está más perdido.

Cómo he dicho antes, lo que es una verdadera vergüenza para los políticos es que todavía haya miles de personas fusiladas y enterradas como perros en cunetas y cementerios -muchas de ellas documentadas-, hombres, mujeres y niños, sin que se ordene el levantamiento de sus cadáveres y su entierro digno. Porque, que no se olvide nunca, que fusilar a quien no puede defenderse es un asesinato. Dar el tiro de gracia en la nuca también es un asesinato; ambos con alevosía, premeditación y, en algunos casos, con nocturnidad y despoblado. Y estos asesinos han vivido años en la opulencia, condecorados y con buenos trabajos por haber hecho un servicio a España, ¿a España?

No olvidemos nunca a esta pobre gente que yacen olvidados sin justicia. Gritemos fuertemente que no queremos a esta gentuza, que se vayan, que se olviden de nosotros. Que queremos vivir en paz respetando las ideas y las razas, el sexo, las religiones o lo que nos dé la gana. ¿Quiénes son ellos para decirnos que tenernos qué hacer?, ¿quiénes son para inculcarnos ideas tan retrógradas y fascistas?  Por favor. Gritemos fuerte: ¡A esta gente xenófoba no la queremos! No las votemos nunca. No les demos alas. Arriba la democracia.

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