No descubro nada hablando de las agresiones presupuestarias a las que está sometida la bolsa de la compra de las familias españolas. Parece como si los autoservicios, en lugar de espiarse los precios para hacerse competencia, hubieran llegado a un acuerdo a ver quien vende más caro.
Cualquier producto que vaya al carro del supermercado lleva impreso en la etiqueta su importe correspondiente con letra negrita, como queriéndonos demostrar que nos informan honradamente del saqueo cometido.
Si tuviera que analizar el pillaje que sufrimos desglosando los productos por género, nos dan aquí
las diez y las once, y la una y las dos y las tres… y a Sabina le da tiempo de largarnos todo su repertorio. Por tanto, mejor omito, carnes, pescados, embutidos, envasados y demás, y me centro simplemente en la fruta. Ese alimento hace años complementario y hoy día tan recomendado por todos los nutricionistas. Antes un plátano al día era suficiente para el aporte vitamínico necesario y hoy lo ideal parece que es comerse una piña entera.
Para comprobar el latrocinio que están cometiendo con nosotros, no es necesario licenciarse en Ciencias Económicas. Basta con echar un vistazo a la web de
Agroprecios y otro a las subidas de sueldos y pensiones según el INE en los últimos diez años. Inmediatamente aparecerá en la calculadora con números rojos, la descompensación padecida por la población entre una cosa y la otra. No incluyo datos para no hacer más sangre, pero de verdad que como esto siga así, saldrá más barato comer jamón de postre
.
Es desesperante la indolencia con que estos socialistas dulcificados contemplan la rapiña que soportamos. No solo ya por las continuas subidas de precios, sino también por los abusos que permiten del capitalista sobre el pequeño agricultor, dejándolo llenar sus bolsillos de billetes sin tocar una zoleta. Nuestros campesinos curan las contracturas de sus esfuerzos, viendo como el burgués de marras cobra a cien lo que le pagaron a diez a ellos a pie de árbol o a ras de cortinal. Si el gobierno no permitiera el enriquecimiento expedito de los que juegan a caballo ganador sin correr riesgos de plagas, aguaceros ni pedrisco, la fruta llegaría al consumidor mucho más barata. Eso si es socialismo. Y cuando se habla de socialismo se habla de igualdad y justicia social. Esto que sigue pasando con la fruta en España apesta a cualquier cosa menos a eso
. No sé qué espera el campo para transformarse en cooperativas que cuiden de sus intereses como hacen con las cerezas en el Valle del Jerte. Allí no hay intermediarios que valga, ellos mismos gestionan la recolecta, venta y distribución del producto y unifican precios para evitar competencia. De esa forma los listos tienen que buscar otra forma de engordar la panza.
Para cruceros de placer y otros sibaritismos están los bancos, pero lo que el vecino necesita para su sustento diario debe ser fiscalizado por el gobierno. Y si para ello se necesita una Reforma Agraria valiente, que se haga. Decisiones mucho menos populares se han abordado y hasta ahora no han salido mal parados. La Ley del Aborto, el divorcio o la unión entre homosexuales pueden servir de ejemplo. ¿Cuánto menos iba a agradecer el ciudadano una intervención sobre la carestía de la fruta que suponga un verdadero alivio en el peso de su monedero? Los únicos que se darían chocazos contra el quicio de un manzano, serían esos que verían el fondo de su bolsillo perforado por disposiciones mucho más justas que las que rigen en la actualidad.
Lo dejo por hoy. Del asunto de la vivienda habrá que hablar otro día. Mientras tanto vamos a coger un poco de aire que, de momento, es lo único que no encarece la economía vital.