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Curioso Empedernido

Lo mejor y lo peor

En demasiadas ocasiones los políticos no saben ver y oír lo que la sociedad les pide y les grita

Publicado: 01/05/2025 ·
12:28
· Actualizado: 01/05/2025 · 12:28
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Autor

Juan Antonio Palacios

Juan Antonio Palacios es observador de la conducta humana, analista de la realidad y creador de personajes literarios

Curioso Empedernido

Curioso empedernido. Curioso de las tres pes, por psicología, la política y el periodismo, y alérgico a las fronteras y murallas

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A veces cuando nos ponemos a analizar el mercado en el que vivimos, nos damos cuenta que sobra lo caro y falta lo barato, que gobernar no es un juego ni una aventura sino la capacidad de tomar decisiones y saber administrar los recursos de los ciudadanos y ciudadanas para hacer que sus vidas sean mejores y gocen de mayor bienestar.

Entre propósitos y retos, la vida es incómoda pero merece la pena, aunque demasiadas veces nos veamos envueltos en el menudeo y lo superficial para que no reparemos en lo importante, las esencias y las autenticidades. En esa búsqueda de lo mejor a lo peor y viceversa , nos encontremos ideas con alma que hemos de aprovechar y tropezaremos con muchas almas sin ideas que se dedican a robar las de los demás.

Normalmente entre lo mejor y lo peor, utilizamos dobles varas de medir, en los que las caídas y los batacazos de unos son los ascensos y triunfos de otros, y sufrimos mensajes vacíos que no nos dicen nada y terminan montándonos en un tiovivo de decepciones y silencios elocuentes que nos revelan lo que necesitamos.

Desde versiones originales intentamos capturar historias, visibilizando fantasias u ocultando realidades. Con el inexorable paso del tiempo aunque nada quede definido de descubrimos nuestra transformación personal que nos invita a mirar más allá de nuestras certidumbres y costumbres visuales, y nos atrevemos a conversar con los demás y con nosotros mismos , a dudar sin complejos y a interpretar con libertadlo que la realidad nos plantea.

Cada personaje tiene su sonido y su música particular, sinfonías que nos conmueven o nos dejan frío como el mármol, flexibilidades y enrocamientos, triunfos y derrotas, miradas y cegueras, sumisiones y rebeldías, juicios y sentencias, llantos y alegrías, caras y cruces, talentos y torpezas.

En demasiadas ocasiones los políticos no saben ver y oír lo que la sociedad les pide y les grita, y no aciertan en sus actuaciones porque o son inadecuadas o son insuficientes, de tal manera que en muchas ocasiones da la sensación de que nos referimos a dos mundos superados por una gruesa línea , en la que en una parte están algunos gigantes con todo el poder y en otros miles de enanitos desamparados.

No saben distinguir con claridad entre militantes y dirigentes, estableciendo una jerarquía que no es sino disponibilidad y servicio, confunden en un intento patrimonialista partido, electorado, sociedad e instituciones, lo que en muchas ocasiones conduce inevitablemente a una atmósfera de confrontación.

Hablan, hablan, y hablan hasta la saciedad de sus cosas pero no dicen nada sobre como resolver nuestros problemas y se sienten atrapados emocionalmente en una telaraña de increíbles obstáculos que solo existen en sus elucubraciones. Hay momentos que la vida nos lleva a hacernos preguntas trascendentales a las que no encontramos respuestas.

Es preferible que dudemos ante un cambio de perspectiva, a que nos envuelva el ruido ensordecedor de la soberbia y no nos dejemos llevar por la suave y armoniosa sinfonía de la humildad. Con frecuencia nos intoxican con frases y expresiones frívolas y argumentos insustanciales.

Aunque aspiremos a dejar nuestra huella en todo lo que hacemos, hemos de admitir que como seres humanos, tenemos lo mejor y lo peor en nuestras imperfecciones y contradicciones.

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