El objetivo de esta medida es equiparar los derechos de los pasajeros que viajan por mar o vías navegables a los de aquellos que lo hacen en avión o tren.
Siempre que el retraso o la cancelación dure más de dos horas, los afectados deberán recibir de forma gratuita comida y bebida y en caso de que se vean obligados a pasar la noche en tierra a la espera de poder embarcar serán alojados a cuenta de la compañía.
No obstante, el gasto máximo en alojamiento que cubrirá el operador marítimo será de 120 euros por pasajero, un límite introducido para tranquilizar a países como Alemania que insistían en que estas medidas dispararán los costes para las empresas.
Las embarcaciones más pequeñas quedan excluidas del ámbito de aplicación de la media.