Los impuestos que vienen
El viernes el Gobierno publicó la revisión de su cuadro de previsiones macroeconómicas para 2009 y 2010...
El segundo aspecto significativo del deterioro de la situación y de la política del Gobierno es el brutal aumento del déficit público. En 2009 se situará casi en el 10% del PIB, según el Gobierno, y el Ejecutivo socialista se fija como objetivo reducirle hasta el 3% en 2012. Para alcanzar esa meta hay que reducir el gasto público y aumentar los impuestos. El gabinete socialista ha renunciado a la primera vía. En consecuencia, toda su estrategia de consolidación presupuestaria recaerá sobre un incremento de la fiscalidad. La pregunta es si esta medida es acertada y si servirá para recortar el agujero presupuestario. La respuesta es negativa. Subir los impuestos no proporcionará más dinero a las arcas estatales e incluso puede aportar menos.
Con una economía en recesión y con una recuperación débil a partir de 2011, el crecimiento no bastará para reducir en seis puntos la ratio déficit/PIB aunque el Gabinete congelase el crecimiento del gasto público. Cerrar esa brecha con alzas de impuestos sólo servirá para detraer recursos de las familias y de las empresas que no podrán emplearlos en consumo e inversión. El resultado es que el incremento de la fiscalidad deprimiría la actividad económica y, en consecuencia, el Gobierno recaudaría menos a pesar de la subida impositiva.
La idea de que los “ricos” pueden y deben ser los principales financiadores del déficit público es pura demagogia. En España, el tipo marginal, esto es el más elevado del IRPF, se aplica a los ingresos a partir de 60.000 euros años. Considerar rico a ese segmento de la población es cuanto menos exagerado y supone tan sólo el 5% de los contribuyentes. Aunque se exprimiese a ese colectivo, sería imposible obtener la plata para pagar el descomunal agujero de las finanzas públicas. Esto son puras matemáticas.