Jerez ruge en el Tío Pepe Festival con el latido imperecedero de la música de Coque Malla

Publicado: 02/08/2025
El artista madrileño, que repasó sus 40 años sobre los escenarios, recordó su paso por La Guarida del Ángel en la época en la que se reinventó como músico
El pasado domingo Mikel Erentxun visitaba el Tío Pepe Festival para rememorar los 40 años de Duncan Dhu. Este viernes lo ha hecho Coque Malla para repasar sus 40 años sobre los escenarios, desde sus inicios como líder de Los Ronaldos hasta su definitiva carrera en solitario.

No es casualidad, ya que hablamos de dos grupos esenciales en la nueva escena musical española de mediados de los años 80, cuando las bandas se reivindicaban con el talento depositado en sus discos, ajenos entonces a la tiranía de las redes sociales. No vamos a entrar ahora en un debate sobre la autenticidad de lo que se hacía entonces y lo que se hace ahora, pero que Coque Malla llenara la Bodega Las Copas anoche tampoco fue casualidad, sino la reafirmación de un público entregado en torno a la obra de un artista -tenía 16 años la primera vez que escuchamos su voz en el single de Si os vais- que ha sabido dotar de latido imperecedero a la música que ha venido creando a lo largo de cuatro décadas, con sus altibajos, e incluso su travesía del desierto, pero imprescindible al fin y al cabo a través de un buen, amplio y variado puñado de canciones.

Como ejemplo, el rotundo inicio del concierto: Y por las noches, del segundo álbum de Los Ronaldos. De ahí, el salto -más bien la evolución (con más de 30 años de diferencia entre uno y otro)- a uno de sus grandes trabajos en solitario, ¿Revolución?, del que seleccionó Sólo queda música.

Se presentaba una noche de puro nervio, un viaje sonoro hacia el pasado y en torno al universo musical de Coque Malla, que comenzó admitiendo su "conexión especial con Jerez", una de las ciudades que visitó al cumplir la treintena, durante su etapa de reinvención, en la que iba "de garito en garito", con su guitarra, visitanto "sitios pequeñitos". Uno de ellos fue La Guarida del Ángel, del que dijo tener "recuerdos maravillosos". "Me acogisteis como uno más y emociona ahora volver a lo grande", apostilló.

Un arranque de sinceridad en el que también avanzó que haría sus "bailecitos" al tiempo que iba a "homenajear a las canciones que me han traído hasta aquí", no sin antes advertir -y hacer reír al público- que no cundiera el "pánico": "Tranquilos, cantaremos las canciones de las bodas", por si alguien pensaba que se iba a dejar fuera el No puedo vivir sin ti -en el prólogo al concierto, durante la proyección sobre el escenario aparecerá Indiana Jones disparando sobre Malla mientras entona las notas de la popularísima canción-.

Y en ese homenaje no faltó el recuerdo a Este es el momento, la canción de Campeones, por cuya banda sonora ganó el Goya que no logró como actor en la maravillosa Todo es mentira, aunque, como admitió en un momento de la noche, un cantante no deja de ser "un cómico con una guitarra en la mano".

En esta parte del espectáculo, se centró en temas de sus últimos trabajos, como Extraterrestre, Aunque estemos muertos o ¿Volverá?. que dedicó a Dani Martín y Rulo, que fueron quienes la interpretaron a su lado en el Movistar Arena, la noche en la que todo el mundo habló de su hija Cayena, que saltó al escenario a bailar junto a su padre.

No faltó tampoco La carta, con la incorporación de su madre, Amparo Valle, desde la pantalla, entonando los versos de la canción -un recurso muy característico de Malla en otros temas, como en Polvo Cósmico, con la voz de Jaime Urrutia, otro incombustible de la edad de oro del pop español-.

Y así hasta empezar a subir el nivel; primero con la extraordinaria La señal -prueba evidente de que Malla no es solo un tipo que escribe canciones, sino que lo hace muy bien- y, a continuación, el No puedo vivir sin ti, en una reinterpretación más rockera que subrayaba a su vez la riqueza melódica de la propia composición: "Elvis está vivo", sentenció tras la nota final.

Por entonces, ya hacía tiempo que rugía Jerez, como él mismo pedía desde el escenario, antes de introducirse en algunas de las verdades de la vida que han servido de base a algunas de sus canciones, como Una sola vez, dedicada a la memoria de su padre y en la que habla de la "inevitabilidad de que sólo se vive una vez": otra prodigiosa creación de Malla que bien podría servir de tema principal a una película de James Bond por su brillante instrumentación.

Ya solo sobre el escenario, acompañado de la acústica, interpretó tres temas esenciales dentro de esa reinvención, transformación o evolución del artista y su obra: Berlín, Hasta el final y El último hombre. Momentos de intimidad que llegaron a su final con la incorporación de la banda y otro salto en el tiempo que levantó ya al público de sus asientos: era el turno de Adiós Papá y del tema que popularizó junto a Los Rodríguez, Mucho mejor, antes de cerrar con Un lazo rojo, un agujero para poner de nuevo de manifiesto su eclecticismo musical.

En el turno de los bises abrió con El árbol, de nuevo del fantástico ¿Revolución?, antes de regresar al universo de Los Ronaldos y su Sabor Salado, y poner el colofón con Me dejó marchar, pese a que fuera lo ultimo que deseara el público en ese momento. Rugía Jerez, como había pedido Coque. ¿Qué más se podía pedir?

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