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Jueves 31/07/2025
 
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La Vertical

Un verano de cine en Jaén

Con la apertura de la puerta le aparece el fotograma de un hombre, mayor, tumbado sobre las frías baldosas e inconsciente

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En la última escena de la película ofrecida en mi última columna, dejamos al abuelo Lucas tumbado en el suelo, con el conocimiento desaparecido y una llave que besa la cerradura de la puerta de acceso a su residencia.

Se trataba de Esperanza, que paseaba por la zona y se había encontrado con su amigo Juan Pedro, su esposa María y sus adorables “cachorros”, Martín y Elena.

Qué bien le pusieron el nombre a la chica que una vez por semana acude al hogar de Lucas para mantenerlo en perfecto estado de revista. Con la apertura de la puerta le aparece el fotograma de un hombre, mayor, tumbado sobre las frías baldosas e inconsciente.

De inmediato, Juan Pedro, se acerca al abuelo para comprobarle las constantes. El chico, informático de profesión, pero con conocimientos de primeros auxilios.

La ambulancia se persona en pocos minutos y los sanitarios logran estabilizar al octogenario. Lo suben a la camilla y lo trasladan al vehículo de intervención rápida.

El abuelo Lucas ha recuperado su pantalla de cine donde han proyectado muchos de sus momentos. Por cierto, reacciona el anciano y sonríe con los ojos entornados. Esta es la época de los cines de verano.

Cuantos establecimientos de este calibre en nuestra ciudad del Santo Reino.

Aquel cine “Trianón”, que desde 1927 estuvo activo en el entonces Paseo Alfonso XIII (hoy de la Estación), que estrenó con la película muda “Oriente”.

En la calle Almendros Aguilar, el cine San Lorenzo, que surgió de las ruinas de un antiguo teatro, que tan solo se mantuvo en cartel una temporada, según cuenta Benito Rus Morales. Así como los cines “Iris”, entre otros muchos…

El abuelo Lucas vuelve a perder la conciencia. Por un largo pasillo, accede a una sala con mucha maquinaria. A lo lejos contempla absorto un largo túnel.

En la sala de espera, Esperanza, junto a sus amigos, que no han querido abandonarla, mantienen la confianza de las películas con desenlace satisfactorio.

Martín y Elena, los zagales que han mantenido una actitud coherente con la situación, a pesar de ser algo revoltosos, se han quedado sin las curiosidades que el abuelo Lucas les iba a narrar, según le había prometido la mucama, como dicen en México.

Ya habrá tiempo

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