El
único análisis científico que existe sobre la
afección de los vertidos de metales de la mina Cobre Las Cruces al Guadalquivir y a su estuario procede de las
muestras que realiza la
propia empresa y sólo de los albures, reflejando
niveles por encima de los permitidos en el 31%, pero
no hay ningún informe científico más y de ningún otro animal o especie vinculada a la ribera. La
plataforma SOS Guadalquivir lo tiene claro: hay que hacer una
moratoria de los vertidos mineros y que un
comité de científicos independiente evalúe si hay o no contaminación, no sólo en los albures, sino en los
cangrejos azules, las galeras o el famoso langostino de Sanlúcar de Barrameda.
“Que escuchen a la ciencia, que hay muchos otros puestos de trabajo en peligro”, resume sobre la situación de los vertidos mineros al Guadalquivir el
catedrático de Ecología Jesús Castillo, uno de los redactores de ese
único informe, el que analiza la
bioacumulación de metales en los albures junto al vertido de la mina Cobre Las Cruces, ubicada en Gerena.
Los
datos a partir de los que se hizo el estudio
son de la propia CLC, recogidos por empresas contratadas por ella y entregados a la Junta de Andalucía, son
datos públicos y lo que reflejan es que hay
bioacumulación elevada de cromo y magnesio en los albures y, sobre todo, que en
niveles de plomo sí se llegó a superar los niveles máximos permitidos en el 31% de los ejemplares del muestreo.
La clave, los sedimentos
La
clave, sin embargo,
no está en las aguas, donde se calculan que se han
vertido entre 2009 y 2023 en torno a 12.150 millones de litros con metales y biometales.
El quid de la cuestión está en que se están depositando en los sedimentos del río y su estuario que podrían afectar a
otras especies, animales y vegetales, que viven y comen del Guadalquivir y de sus riberas.
“Se están moviendo las
alcaldías, las
cofradías de pescadores y la
COAG con el arroz”, relata Castillo, que tiene claro que
hay que hacer más estudios con múltiples especies, especialmente las que son
bioacumuladores de metales, y recuerda que ya con el v
ertido de Boliden de Aznalcóllar se prohibió durante cinco años comer galeras, ya que, como con el
cangrejo azul, se alimentan en el fondo.
“
Hay tantas cosas que se desconocen”, lamenta Castillo, que habla directamente de “
principio de precaución” para dejar que sean los científicos, un
comité de expertos independientes, los que lideren esa investigación, y una
moratoria que paralice hasta entonces los vertidos.
Los vertidos que vienen
Y advierte.
Ya hay un daño ecológico por mucho que se diga que se
cumple la legislación, por lo que “si
coinciden la reapertura de Aznalcóllar de Minera Los Frailes (39.780 millones de litros) con el
segundo vertido autorizado ya a Cobre Las Cruces (85.520 millones)
se multiplicará por diez la contaminación que ha habido”.
“Si no entran en razón, va a ser muy desagradable”, se lamenta el ecólogo, que
acusa a las administraciones de poner “una alfombra roja a la contaminación minera, es inaudito”. Y señala responsables en el
caso de los albures: si el 31% de las muestras de estos peces tenían
concentración de plomo por encima de lo permitido, la Consejería de
Sostenibilidad y Medio Ambiente (ahora de Catalina García)
debía haber informado a Salud y Consumo (Rocío Hernández ahora)
y a Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural (Ramón Fernández Pacheco) y lanzar una
alerta alimentaria.
Eso no ocurrió. Tampoco cuando, tras las
lluvias de marzo, se detectó la
filtración al río Agrio que llega hasta Doñana, de
aguas contaminadas de la antigua escombrera de Aznalcóllar que ahora gestiona
Minera Los Frailes. “El mismo día que hicimos público el informe,
la CHG publica que se informó a la Junta”, recuerda, cuando Confederación pudo
presentar una denuncia directamente a la Fiscalía de Medio Ambiente por daño ecológico, porque
“no es suficiente informar a la Junta”. Y apunta más allá:
también la Fiscalía pudo actuar de oficio, más con las publicaciones que están saliendo en prensa, “y no lo ha hecho”.
Seguirán con los estudios
Castillo avanza que los
científicos que ya trabajan con los vertidos
van a continuar analizando sin esperar a los responsables públicos y
en septiembre presentarán otro estudio, que se publicará en una revista científica, que demuestra que “hay
altas concentraciones de metales ecotóxicos en el estuario interior y en la desembocadura”.
E insiste
frente al discurso de los responsables de la Junta, especialmente de la
Consejería de Industria, Energía y Minas con Jorge Paradela a la cabeza: “
aunque cumplan con la ley, con las autorizaciones y las evaluaciones de impacto ambiental, hay un daño ecológico”.
“Hay una exposición a contaminantes descontrolada”, resume, por lo que Castillo insiste en pedir una
moratoria de los vertidos actuales y futuros y, sobre todo, que se permita
hablar a la ciencia y que un comité de expertos independientes pueda
avaluar el impacto real, presente y futuro, de la minería.