Eran los años treinta del siglo pasado. Alemania se encontraba en un contexto complicado. Las sanciones tras la Primera Guerra Mundial habían hecho mella en el país germano a nivel socioeconómico y, durante varios años, se había promovido el odio contra la comunidad judía. La propaganda nacionalsocialista (no confundir con socialista, que hay mucho despistado suelto) había hecho efecto y un estallido de violencia se cebó con los que habían sido puestos en el foco como enemigos de la nación. Agresiones, destrozo de negocios... la Historia bautizó esa noche como la de los cristales rotos.
Hace poco más de una semana, en pleno julio de 2025, un señor que daba un paseo fue agredido por, presuntamente, tres jóvenes de procedencia magrebí en la localidad murciana de Torre Pacheco, en la comarca del Campo de Cartagena. Rápidamente, corrieron como la pólvora supuestas imágenes de la agresión, que resultaron ser de otro episodio violento protagonizado por un sin techo en Almería. Se difundieron supuestas imágenes de los agresores, cosa curiosa cuando aún ni siquiera estaban identificados. Como siempre, la basura fascista de Vox, Revuelta, Desokupa y demás chatarra de este país, se dedicaron a caldear los ánimos contra todos los migrantes (no contra los agresores). Propaganda, discursos de odio y mucha desinformación. Grupos neonazis llegados desde otros puntos del país (Madrid y Alicante son sólo un par de ejemplos) entraron en la localidad con la intención de cazar inmigrantes. Un estallido de violencia aprovechando un incidente para culpar a un colectivo entero. ¿Les suena?
El resultado, una paliza a un chaval de dieciséis años, hijo de magrebí y española, vecino del pueblo de toda la vida (pachequero y español de nacimiento), conocido en el pueblo por jugar al fútbol en el equipo de Torre Pacheco y que se estaba manifestando junto a sus vecinos en repulsa por la agresión sufrida por el señor Domingo, el jubilado agredido unos días antes. Increpado, instado a volverse a su país (cuando ya estaba en él) y agredido. Los sospechosos habían sido detenidos, pero el parecido del adolescente con uno de los señalados en la propaganda falaz de la ultraderecha fue la diana en su espalda. Fue apalizado, simplemente, por ser moreno y tener el pelo rizado, algo así como lo que está ocurriendo en El Salvador con el pseudodictador Bukele. ¿En serio eso es lo que queremos?
Los mismos que, ante un caso de violencia de género, defienden que no todos los hombres son así, cuando el agresor es de fuera defiende que todos los de fuera son así; es incoherente, desde luego, aunque para llegar a ese razonamiento tendrían que pensar un poco. Sin embargo, la jauría que invadió Torre Pacheco la semana pasada no razonará ni se hará mirar su falta de criterio: no hay pensamiento tras sus actos, sólo el odio. El odio que trata de capitalizar un incidente para justificar que vayan de cacería contra otros seres humanos. Curiosamente, además, los que mantienen a flote las explotaciones agrícolas que sustentan la economía de la zona. Que por unos que vengan a delinquir, se olvida que el resto vino a trabajar.
Viví unos años en Cartagena y, por extensión, conozco parte de sus alrededores. Cartagena no es ese odio. Torre Pacheco tampoco lo es. Ni la Región de Murcia, España misma no es ese afán de violencia, racismo y xenofobia. Pero la propaganda es peligrosa, como se está viendo. Eran los años treinta del siglo pasado en Alemania...