La rutina diaria está afectando de forma alarmante la salud de miles de personas en Andalucía, donde el 38% de la población confiesa no tener tiempo ni energía para comer bien ni hacer ejercicio. Así lo revela el último informe sobre Bienestar y Salud Laboral de Edenred y Savia, que pone de manifiesto una preocupante realidad en comunidades como Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana, las más afectadas por el sedentarismo severo.
Más del 36% de los españoles reconoce que su alimentación ha empeorado por culpa de sus rutinas y otro tanto admite llevar una vida completamente sedentaria. Esta situación no solo deteriora la salud individual, sino que afecta directamente al entorno familiar. En palabras del informe, “comer peor, moverse menos y sentir que no hay tiempo para cuidarse” se ha convertido en una constante en muchos hogares del país.
Los Millennials, adultos de entre 25 y 44 años, son el grupo más castigado por la falta de conciliación, especialmente en Andalucía, donde la carga laboral y familiar pesa con fuerza. Casi la mitad de los Millennials admite que su alimentación ha empeorado: el 44,2 % de los más jóvenes (25–34 años) y el 40,5 % de los mayores (35–44). “La falta de flexibilidad no solo desgasta a las personas, también dificulta la conciliación”, apunta el informe.
Este grupo, clave en el sostenimiento de la vida familiar en España, se enfrenta a una doble presión: criar hijos —la edad media del primer hijo ya supera los 32 años— y mantener una vida laboral intensa, todo ello sin espacio para planificar una dieta equilibrada ni incorporar actividad física. Uno de cada tres españoles afirma que no puede moverse durante su jornada laboral ni realizar ejercicio, una cifra que se dispara en regiones como Andalucía.
La Generación Z, aún en sus primeros pasos laborales, presenta un escenario menos preocupante, con solo un 22,9% que afirma comer peor. Esto podría deberse a un entorno laboral más flexible desde el inicio, lo que sugiere que la flexibilidad puede marcar una gran diferencia en la salud a largo plazo.
A nivel nacional, más de la mitad de los encuestados (52,6%) considera que tener horarios adaptables mejoraría directamente su salud y motivación. Esta percepción es aún más clara entre los más jóvenes: el 57,6% de los Millennials jóvenes, el 56,3% de la Generación Z y el 54,1% de los Millennials mayores cree que la flexibilidad les permitiría organizarse mejor, comer adecuadamente y, en definitiva, llevar una vida más equilibrada.
Sin embargo, el 43,2% de la población aún no tiene acceso a ningún tipo de medida flexible, lo que perpetúa un modelo laboral que choca de frente con las necesidades de bienestar de las nuevas generaciones. Esta falta de conciliación no solo repercute en la salud individual, sino que transforma por completo la forma de comer en casa: menos variedad, menos tiempo para cocinar y menor calidad nutricional.