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Días de barrunto

Contra viento y marea

Dicen que los amores reñidos son los más queridos. Y este dicho se cumple a la perfección en esta historia

Publicado: 13/07/2025 ·
09:51
· Actualizado: 13/07/2025 · 10:00
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  • Imagen de Barbate. -
Autor

José Manuel Infante Gómez

Columnista mitad barbateño mitad madrileño. Redactor en web deportiva trescuatrotres.com

Días de barrunto

En palabras de su autor: "Intento decir lo que pienso pensando siempre lo que digo"

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El niño y el siglo nacieron casi al mismo tiempo. Por aquella época eran todavía muy jóvenes, con apenas dos o tres años de edad. Yo vivía mi segunda etapa en tierras madrileñas, sin imaginar que pudiera ser tan longeva, pero sarna con gusto no pica, por lo que jamás me arrepentiré de aquella decisión.

Una noche, la pantalla del móvil se iluminó para indicarme que me llamaba una buena amiga; Ana, la madre del niño con el que comienza este escrito.

— Oye, este año queremos pasar unos días de vacaciones en Barbate. Ayúdanos a buscar alojamiento.

Por supuesto, colaboré en la búsqueda, como tantas veces he hecho y sigo haciendo, ya que hace una semana, también me pidieron el mismo favor. Todo sea por pregonar las excelencias de mi Tierra Santa. Cuanta más gente venga, mejor.

Volviendo a la historia, aquel verano, Ana y su familia consiguieron un apartamento en primera línea de playa y se dispusieron a disfrutar de sus vacaciones. Pero no contaron con un visitante muy habitual en los veranos de Barbate.

En la mitología griega, Eolo es el padre de los vientos, que son Bóreas (norte), Céfiro (oeste), Noto (sur) y Euro (este). Este último se conoce aquí como levante y suele venir con frecuencia, sobre todo en tiempos de feria, ya que debe ser un fervoroso seguidor de nuestra Patrona, a la que acompaña en casi todos sus paseos marineros.

La familia de Madrid coincidió con Euro, que ese mes de agosto tenía ganas de mostrar su poder, con bufidos que cada día amenazaban con superar la fuerza de los del día anterior.

—Serán dos o tres días, Ana. No suele estar mucho tiempo.

Aquella frase me salió más a modo de disculpa que de explicación. Porque me daba rabia ver como mi amiga y su familia no habían podido pisar la playa ante el temor de ser acribillados sin piedad por una infinidad de granos de arena cuyos picotazos emulaban a los de avispas cabreadas.

Pasaron tres días, y cuatro, y cinco, y seis. Y el puñetero levante seguía soplando. Así estuvo once días, que traducido en horas son 264.

Pensé que mi amiga y su familia eliminarían del mapa la provincia de Cádiz entera para no encontrarse más con el hijo de Eolo.

Dicen que los amores reñidos son los más queridos. Y este dicho se cumple a la perfección en esta historia.

Porque Ana no solo no borró a Barbate ni a la provincia de Cádiz de ningún mapa, sino que se enamoró de este rincón para siempre.

Aquel niño que comenzó este artículo se acaba de licenciar en ingeniería naval y profesa tanto cariño por nuestra tierra como su madre. Y ambos sueñan con que el destino del flamante ingeniero le vuelva a permitirse reencontrarse con esta zona, ya sin miedo a ningún tipo de viento.

“En medio de la dificultad, reside la oportunidad”.

Sed bienvenidos siempre, amigos.

 

 

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