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Alianda

Andrés de Jerez, el amigo de todos

Ha muerto un gran aficionado, un ser que vivió por el cante y que tuvo siempre la voz preparada para entonarse en la noche jerezana.

Publicado: 11/07/2025 ·
14:21
· Actualizado: 11/07/2025 · 14:25
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  • Andrés de Jerez, en el Festival de Jerez. -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

Alianda

El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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Sus brazos siempre estuvieron abiertos para recibir a cualquier buena persona que se cruzara por el camino. Su sonrisa, un símbolo más de las calles de Jerez. Su cante, producto de una vida llenita de experiencias y buenos ratos con los grandes de su barrio de San Miguel, ese que creció hasta dar a luz a otros nuevos barrios obreros como El Chicle, donde se instaló su familia. Andrés Cabrales Mesa falleció en la noche del miércoles en el hospital de su tierra, a los 61 años, después de pasar una mala época enfermo que lo fue alejando de la calle paulatinamente. Cierto es, y así me lo dijeron en el tanatorio sus más íntimos amigos (Carlos Grilo, Pedro Carabante, su hermano Jaime, Alfonso y José Mijita...) que luchó hasta el final y que seguía pensando en salir de esa maldita habitación para coger una maleta y marcharse a Francia para ofrecer alguna actuación. 

Andrés de Jerez, como se le conocía en el ámbito artístico, o Andrés El Gordo, como lo llamaban sus amigos de toda la vida, era un ser noble y bohemio. No sé si se puede ser un poco bohemio o muy bohemio, pero si hay un grado para definir a este buen hombre tendríamos que irnos hasta el extremo superior. Amante de la noche, de las relaciones sociales, de la fiesta improvisada, del paseo vespertino, de la copa con sonido a brindis, del cigarro compartido, del humo de la madrugada, de la risa con la camarera, del nudillo medio roto en la barra, del arte en su expresión más humana, de la conversación cuasi poética, de las amistades de verdad...

Sus inicios fueron como los de otros de su generación y de su barrio, esto es, compartiendo en peñas y en juergas gitanas momentos sin prisas junto con los veteranos del lugar. Era socio, sin ir más lejos, de la Peña Tío Chalao, entidad que se creó en Santo Tomás de Aquino en la década de los 90 y en las que se reunían algunos maestros como el propio Chalao, su hermano El Pijo, Sordera de Jerez o Manuel de los Santos Pastor 'Agujetas'. Este cantaor, patriarca de los cantes de La Plazuela, fue sin duda quien más marcó a Andrés en la estética cantaora. Manuel era su gran referente, como para tantos otros. Andrés aparecía en cualquier peña flamenca de la ciudad a deshoritas de la noche junto a cualquier amante de lo jondo procedente del rincón más inesperado del mundo. Era un magnífico anfitrión, como en su día dije también de Pepe El Zorri. Precisamente con él, con Pepe, compartió muchísimos momentos en los últimos años con un grupo de amigos que actuaban en Barcelona, por decir solo un sitio, cada cierto tiempo. Allí compartimos una inolvidable noche con él y otros artistas en junio de 2018, cuando participó él en 'En una experiencia plástica del flamenco'. 

Los Cernícalos o La Bulería, Luis de la Pica o Chacón... lugares que solía frecuentar este cantaor que aun siendo defensor a ultranza de las raíces del cante "por derecho", respetó a todo aquel que hacía buena música. En esa calle Mesones donde se enfrentan, en el mejor sentido de la expresión, las puertas de El Pasaje y la Reja, Andrés encendía la mecha del compás de repente, sobre todo en la época del Festival de Jerez. Ha sido un icono del trasnoche. Ya lo fue en la época del Colmao. No tenía fin, no se cansaba nunca. Al día siguiente daba sus clases de cante, compartía las del bailaor Juan Paredes. Su gran momento artístico lo vivió en el año 2018, cuando publicó el disco Arañando el alma junto al tocaor Samuelito, presentado en los Claustros de Santo Domingo en el mes de junio de ese año, presentándolo previamente en París (donde vivió con su pareja en su última década) y otros escenarios. En 2014 actuó en el Palacio de Villavicencio en el Festival, con la guitarra de su Carlos Grilo. 

Se marcha una de las personas más carismáticas del flamenco jerezano que nunca aspiró a llegar ser, sino que fue. Fue un ser muy apreciado, de ahí el revuelo causado en las redes sociales cuando salió la noticia de su muerte. Una vez celebrada su misa, este viernes 11 de julio, a Andrés se le recordará como el amigo de todos. Llegó a escribir el poeta francés Charles Baudelaire que “una gran sonrisa es un bello rostro de gigante”, tan inmenso como el de Andrés, como su corazón.

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