Un reciente
estudio científico elaborado por un
equipo multidisciplinar de la Universidad de Sevilla, liderado por el profesor de Ecología Jesús M. Castillo, ha documentado un
episodio de contaminación masiva por drenaje ácido de mina procedente de las escombreras de la Mina de
Aznalcóllar tras las
lluvias registradas en marzo.
El equipo científico reclama la
realización urgente de estudios detallados para esclarecer el destino y los efectos de los metales procedentes de la Mina de Aznalcóllar en el Guadiamar, las marismas de Doñana y el Estuario del Guadalquivir. Asimismo, exigen una
actuación inmediata de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y la Junta de Andalucía para frenar la contaminación y evitar que la situación se agrave ante la posible reapertura de la mina, y de la
Fiscalía de Medio Ambiente, ante el “daño ambiental evidente”, según ha informado la Universidad de Sevilla en una nota de prensa.
El estudio, en el que han participado también por expertos en Zoología y Geografía Humana,
alerta sobre el vertido de aguas ácidas con altas concentraciones de metales potencialmente tóxicos que han desencadenado una
elevada mortandad de peces en el
contra-embalse del río Agrio y continúan contaminando los ríos
Agrio, Guadiamar -conocido como río “Quema” en la peregrinación al Rocío- y
Guadalquivir, así como espacios protegidos como e
l Corredor Verde del Guadiamar y el Espacio Protegido de Doñana.
Las
mediciones de metales recogidas en el estudio, realizadas por el Servicio de Análisis del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), revelan que
las aguas turquesas que desde hace tres meses llegan al río Guadiamar, presentan
concentraciones de cadmio (4,5 veces superior a la permitida),
cobre (4,8 veces superior a la permitida) y
zinc (7,5 veces superior a la permitida)
muy por encima de los límites legales, lo que estaría provocando toxicidad en organismos acuáticos.
Se estima que, en solo
una semana, fueron transportados
al Guadiamar 3.580 kg de zinc, 961 kg de manganeso, 275 kg de aluminio, 301 kg de cobre y 14 kg de cadmio. Esta contaminación ha afectado a especies protegidas como la
anguila europea, en peligro crítico de extinción, y es una amenaza para la conservación de
Doñana, uno de los principales espacios naturales de Europa.
Impactos económicos y sobre la salud pública
El trabajo
reclama la actuación de las Consejerías de Sostenibilidad y Medio Ambiente, y de Salud y Consumo ante el peligro que suponen las actividades recreativas, como el baño, en zonas contaminadas,
por su posible impacto en la salud pública. “Algunos de estos metales disueltos, como el zinc,
podrían difundirse a través de la piel humana, especialmente si esta es lavada con aguas ácidas que pudieran eliminar el sudor y el sebo de la piel”, reza el documento.
Además, el estudio subraya que
la persistencia de la contaminación pone en riesgo miles de empleos vinculados a la pesca, la acuicultura, la agricultura, la ganadería y el turismo aguas abajo de la mina. En concreto, refieren que, aunque el pastoreo está prohibido a lo largo del Corredor Verde del Guadiamar, hay rebaños de cabras que acceden a él para pastar, y ganado, especialmente vacuno y equino, en las Marismas de Doñana, que podría estar viéndose afectado pues. Existe preocupación por “
la bioacumulación de metales en las redes tróficas fluviales y marismeñas”, lo que podría incidir en productos agroalimentarios y, en última instancia, en la salud humana.
Críticas a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
Los autores del estudio critican la
inacción de las administraciones públicas, especialmente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, a la que acusan de abrir la puerta a
considerar como “naturales” concentraciones elevadas de metales que, en realidad, proceden de vertidos mineros, planteando ahora la posibilidad de
crear una nueva tipología de ríos. Según
Leandro del Moral, profesor de Geografía Humana y colaborador del estudio, esta postura podría justificar la
presencia permanente de metales tóxicos en la cuenca del Guadiamar, con graves consecuencias para el medio ambiente y la salud.
“
La contaminación continuada que viene sucediendo en el Guadiamar durante más de dos meses a las puertas de un parque nacional sería impensable en países como Francia, Alemania o Reino Unido. ¿Por qué se permite en Andalucía?”, cuestiona el profesor Castillo.
El análisis concluye advirtiendo que la
falta de respuesta institucional podría comprometer no solo la
conservación de Doñana y la salud pública, sino también la
viabilidad de sectores económicos clave en la región. Este estudio se suma a otro estudio difundido en el mes de marzo y publicaciones científicas que evidencian altas concentraciones de metales con
"efectos ecotóxicos" en los sedimentos del estuario del río Guadalquivir.