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Lunes 16/06/2025
 

Desde la Bahía

La solución no está en nosotros

El vencedor siempre acaba por tiranizar, imponer dominio, cercenar capacidades. El vencido sueña a diario con la "onda de David" (...)

Publicado: 15/06/2025 ·
16:17
· Actualizado: 15/06/2025 · 16:17
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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El ambiente estaba enrarecido. Y el texto sagrado lo refrendó: “Los hombres se volvieron malos y perversos y Dios quiso exterminarlos con un diluvio universal”. Comenzó el 17 de Jeshvan y terminó el 27 de Jeshvan del año siguiente. Hacía solo 1656 años que había tenido lugar la creación del hombre y era una fecha de 2348 años antes de Cristo. No es este artículo un lugar de discusión entre creación y evolución. Las referencias son de textos sagrados y hechos sobrenaturales, que no es preciso someterlos a discusión trivial.Se cree o no se cree y punto. Lo importante es el escaso tiempo transcurrido - desde la puesta en escena de la mejor obra escultórica hasta entonces conocida y de la que el Creador confirmó que la había hecho a su imagen y semejanza- hasta el momento en que este mismo Ser Supremo se da cuenta que la desobediencia ocurrida en el Paraíso no fue un hecho banal o aislado, sino que el libre albedrío, la capacidad de elegir y discernir, la avara sed de poder, la soberbia o superación fraudulenta, la gula gastronómica y la de las monedas y los frescos racimos de las tentaciones carnales han desvirtuado tanto su obra original, que reniega de la evolución por ella seguida y opone a tal desenfreno la aniquilación de todo ser humano viviente. Pero nunca el fuego es total, no todo se quema en un incendio, siempre se busca ese cofre resistente a la llama que alberga dentro de sí las joyas más valiosas.

Hay que encontrarlo. Y se encontró. Noé era bueno y justo. Dios salvó a él y a toda su familia de este diluvio que se produjo en lo que hoy conocemos como Mar Negro, pero no fue global, no cubrió a toda la tierra, aunque exterminó al parecer a los trescientos millones de personas que existían por aquel entonces (aunque estas cifras sean discutibles) . El “arca” fue inmune a tanta agua desparramada desde los cielos y una vez resuelta la absorción de la misma por los profundos estratos de la tierra, solo existen justos, la familia de Noé comenzando de esta manera nuevamente las relaciones y la vida humana sobre la tierra. De nuevo Dios muestra el dulce acento de su sonrisa a hombre y mujer, no dejando de creer en lo divino de su obra. Muchos siglos después se recogen en los libros de proverbios y refranes una frase determinante de la realidad hasta ahora vivida: “el hombre (y la mujer) es el único animal que tropieza dos veces en el mismo camino”, pero parece que mas que tropezar lo que hace reiteradamente es dejarse deslizar por el inclinado plano de la maldad y la perversidad que la inmoralidad y la canallería tapiza. Qué pronto volvimos a lo mismo.

Si el futuro es también de dominio del Creador, aquí alguien está jugando con cartas marcadas o con formas de actuación incomprensibles a la inteligencia humana hasta ahora conocida. El problema del ser humano es que desde que abre los ojos por la mañana hasta que los cierra por la noche y aún en el sueño como quería demostrar Calderón de la Barca, le adosan sobre su conciencia a modo de carta gastronómica, dos largas listas, que es lógico tengan su autoría, con los derechos y deberes a ejercer y cumplir y los ponen en manos de diferentes potenciales de energía y fuerza. Una débil la corteza cerebral, que es único lugar o albergue capaz de sostener en su seno el alma y sus potencias, memoria, inteligencia y voluntad y otra muy bien proporcionada musculada y sensorial nuestras emociones. El vencedor siempre acaba por tiranizar, imponer dominio, cercenar capacidades. El vencido sueña a diario con la "onda de David" que le traiga el sueño de la caída de Goliat. Por eso hay guerras y guerrillas. Las primeras someten y exterminan como las enfermedades malignas, las segundas son forúnculos, molestan, pero no resuelven el preciso óbito. Al final lo único cierto es que la muerte nos libera de todo sacrificio, martirio o sufrimiento. Pero la espera de la muerte es muchísimo más dura que la muerte en sí. Por eso es muy necesario a día de hoy tener presente estos tres principios.

Primero: Recordar a Descartes y su “cogito ergo sum”: Pienso luego existo. Si el existir solo se demuestra pensando no dejemos al pensamiento abandonado, ocúpemelo continuamente con temas que lo briden y contengan, porque si no se hace así, será caballo desbocado que corre sin orden ni dirección por el camino de las perversidades.

Segundo: El peor de los males y las maldades no son los enfrentamientos armados, sino el encumbramiento del mentir que es ir contra la conciencia y hablar lo contrario a lo que se sabe cómo cierto, con el único fin de inventar, disfrazar o alterar la esencia verdadera de las cosas. Por debajo de ella la obstinación es otro de los vicios malditos.  La mentira es algo distinto y exento en un porcentaje muy amplio de esta maldad referida, ya que solo es decir una cosa falsa, pero que en conciencia creemos como verdadera. 

La tercera: La solución de conseguir al fin un mundo justo, no la ha puesto el Creador ni en el centro de las emociones, ni en la pureza de la sustancia gris, nosotros somos el viñedo y el racimo de uva, pero el vino precisó de una fuerza artificial qué librando el jugo del fruto, consiguió tan exquisito licor. Quizás el ser humano precise también de un esfuerzo ajeno, de una “inteligencia artificial”, que ya se ha presentado ante nosotros y que necesita ser seguida con verdadero apasionamiento, porque puede que sea la "piedra filosofal" que venimos buscando desde hace tantos siglos y que se nos ha negado su existencia, para ahora presentarse bajo esta ensoñación cibernética.  Solo el avance en los nuevos descubrimientos que producen verdadero asombro, puede estar el inicio del cambio en las relaciones humanas. ¿Estamos ante un nuevo y quizás definitivo “Arca de Noé”?

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