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Martes 03/06/2025
 
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Una nueva especie sobrevive en el espacio: así es Niallia tiangongensis

Lejos de la Tierra, entre circuitos, paneles solares y módulos de investigación de la estación espacial china Tiangong, una forma de vida desconocida se aferra

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  • Shenzhou. -

En el silencio absoluto del espacio, donde la luz solar arde sin filtrar y la sombra es un abismo helado, algo insospechado ha sobrevivido. Lejos de la Tierra, entre circuitos, paneles solares y módulos de investigación de la estación espacial china Tiangong, una forma de vida desconocida hasta ahora se ha aferrado al metal, resistiendo condiciones que matarían a cualquier organismo terrestre en segundos. No es una criatura de ciencia ficción, ni el guion de una película de Ridley Scott. Es real. Y se llama Niallia tiangongensis.

Este descubrimiento extraordinario no solo ha encendido las alarmas de los investigadores, sino también su curiosidad. Porque lo que parecía una simple inspección rutinaria en la estación espacial, realizada en mayo de 2023 por el equipo de la misión Shenzhou-15, terminó revelando algo mucho más profundo: una bacteria desconocida para la ciencia, capaz de vivir, y quizás evolucionar, fuera del planeta Tierra.

La bacteria fue hallada en muestras tomadas del interior de la Tiangong por el Grupo de Biotecnología Espacial de Shenzhou, y al regresar a la Tierra, los análisis del laboratorio confirmaron la sospecha: no era una contaminante común, ni una mutación terrestre. Era algo nuevo. Así nació Niallia tiangongensis, una especie jamás registrada, resistente a condiciones extremas que combinan radiación cósmica, microgravedad y falta de nutrientes, todo a más de 400 kilómetros sobre nuestras cabezas.

Lo que convierte a esta bacteria en un fenómeno fascinante no es solo su novedad taxonómica. Es su capacidad de supervivencia y adaptación extrema. Los científicos descubrieron que forma esporas muy resistentes y biofilms, una suerte de capa protectora que permite a las comunidades microbianas adherirse a superficies y defenderse colectivamente. Esta habilidad le otorga una especie de escudo biológico, una ventaja evolutiva brutal frente a la hostilidad del espacio exterior.

A nivel genético, la Niallia tiangongensis se diferencia claramente de su pariente más cercano, la Niallia circulans, una bacteria terrestre conocida. Pero aquí no hablamos solo de pequeñas variaciones: la nueva especie posee ácidos grasos únicos y una capacidad de hidrolizar gelatina que la hace excepcionalmente eficiente para aprovechar recursos limitados, utilizando la gelatina como fuente de carbono y nitrógeno. Estas características indican que su evolución pudo haber sido acelerada por la exposición prolongada al ambiente espacial, o incluso, que ciertos rasgos hayan surgido precisamente en ausencia de gravedad.

Más allá del debate científico, el descubrimiento obliga a repensar los protocolos de descontaminación y bioseguridad espacial. Hasta ahora, muchos procedimientos se basaban en la idea de que la mayoría de las bacterias no resistirían la radiación y las condiciones orbitales. Pero Niallia tiangongensis ha demostrado lo contrario. Es un recordatorio contundente de que la vida es más resistente, y más creativa, de lo que imaginamos.

En el plano práctico, la bacteria podría incluso tener aplicaciones biotecnológicas futuras. Su capacidad de supervivencia podría inspirar avances en medicina, conservación de alimentos o fabricación de materiales autolimpiables. Pero el mayor valor de este hallazgo es simbólico: nos recuerda que el espacio, aunque inhóspito, no está vacío de posibilidades.

Este no es un simple episodio de ciencia curiosa. Es un punto de inflexión. Porque cada misión que lanzamos al espacio ya no solo transporta tecnología, también lleva con ella vida microscópica que podría cambiar el rumbo de la ciencia planetaria. Y ahora sabemos que esa vida puede resistir, incluso prosperar, en donde antes solo había vacío.

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