Apenas dos meses después de la más que notable
Presence, Steven Soderbergh regresa con nueva película,
Confidencial (Black Bag), una cinta de espías británicos más próxima al universo de
John Le Carré que al de
Ian Fleming y en la que son más que evidentes algunas de las constantes de su cine más comercial -sofisticado y con estrellas, aunque a ratos autocomplaciente-, por mucho que retuerza el desarrollo dramático y de suspense de una película que huye de los espacios abiertos y que se muestra más pendiente de los diálogos y los gestos que de la acción.
Ya sabemos que Le Carré nos convenció que la de vida de un espía puede ser tan peligrosa como aburrida, y es esta perspectiva desde la que Soderbergh asienta este thriller calmado, cocinado a fuego lento y con artimañas -como hace el propio protagonista en la secuencia inicial del filme- a partir de un guion de su más reciente y fiel colaborador, el siempre eficaz
David Koepp. En este sentido, es un thriller, pero no busquen o esperen grandes secuencias de acción, ya que el director de
Un romance muy peligroso prefiere generar la tensión en torno a un plato carne guisada con varios personajes sentados en torno a la mesa de un elegante salón, antes que siguiendo las incursiones de sus protagonistas en territorio enemigo.
El punto de partida está en la búsqueda de un topo dentro del equipo que coordina el protagonista, un perfeccionista
Michael Fassbender, al que han advertido de que la principal sospechosa es su propia esposa -impecable e hierática
Cate Blanchet-, que también forma parte de su grupo de acción. En este sentido, decide someter a sus compañeros a un juego del que hace partícipe igualmente a la psicóloga encargada de tratar con las tensiones emocionales de cada uno de ellos, en busca de fallas en las relaciones internas de cada uno de ellos, al tiempo que creando coartadas para sostener a su esposa caso de que, en realidad, sea quien está traicionando a su país a cambio de una suma importante de dinero.
Soderbergh plantea toda su narración desde el punto de vista de Fassbender, atento a sus gestos, sus palabras, sus actividades, sus movimientos, sus miedos... estableciendo un marco de suspense no muy efectivo, pero que ayuda a avanzar en torno a una trama que resulta menos compleja de lo que aparenta y en la que siempre está presente el ejercicio de la mentira como principal instinto de supervivencia, y bajo el convencimiento de que da igual que los protagonistas sean agentes del MI-6, camareros o futbolistas, ya que el trasfondo de la cuestión es la propia necesidad del ser humano de construir su realidad a partir de mentiras con distinto fin, sin importar si es bueno o malo.
La película se apoya asimismo en unas buenas interpretaciones -habrá que seguir a
Marisa Abela-, en una puesta en escena elegante envuelta en la música de
David Holmes, pero todo resulta demasiado formal; aceptable, pero no memorable.