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Desde la Bahía

Discordancias inexplicables

No encaja, que tanta movilización de gente en torno a la imagen de Jesús y María, el resto de año se transforme en algo tan opuestamente distinto

Publicado: 20/04/2025 ·
14:44
· Actualizado: 20/04/2025 · 21:01
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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No soy amigo de las utopías, aunque reconozco que tienen un elevado punto de esperanza. Pero se le ha dado demasiadas vueltas al carácter y comportamiento del ser humano para en pleno siglo XXI seguir creyendo que se trata de algo admirable, cuando la realidad nos lleva a conocer que hombre y mujer tenemos nuestras luces y nuestras oscuridades, pero el solsticio de la segunda predomina y la negrura de nuestras actuaciones cada vez alcanzan mayor extensión y profundidad. Somos un complejo enorme de elementos celulares, agrupados de forma diferente y específica, sin posible independencia, ni capacidad de autogobernarse, al estar supeditado todo el conjunto orgánico a un solo poder: el del sistema nervioso con un ministerio del interior - el sistema nervioso autónomo - que gobierna el cuerpo y un regidor de todas las acciones que realizan las personas - el córtex cerebral - y la define como ser humano. Y la cuestión es que se está evolucionando de forma tan antideliberada, que comenzamos a ser superados por nuestros propios descubrimientos -inteligencia artificial- y confundidos por nuestras propias contradicciones.

¿Qué nos pasa? Las inclemencias climáticas nos han estado angustiando los días previos de la pasada semana. Todos pensando en esta Semana de Pasión y fiesta, y la lluvia emergía derribando ilusiones, sin pararse a considerar lo frustrante de su permanencia. Pero llegaron los días esperados, con un cielo sin mácula nebulosa, una temperatura que obligaba a hibernar a las ropas de abrigo y un reposo casi absoluto de toda corriente de aire y ni levante, ni poniente fueron capaces de alterar o desequilibrar esta mansedumbre eólica. No he visto mayor número de gente en torno a una cofradía que la que hubo la madrugada del Viernes Santo, ni mayor concurrencia de personas en alamedas, calles, bares o terrazas, que la de la tarde ese mismo día. Todo en torno a la tragedia del Hijo de Dios. El fervor de prácticamente todo el pueblo de San Fernando al Nazareno es algo que sobrepasa claramente a todo lo que sea fiesta, efeméride o jolgorio, para elevarse al pedestal de la fe más altruista o abnegada.

Es en ese momento, cuando se empieza a no entender el comportamiento humano y las palabras engaño, fraude o simulación, revolotean como pájaro carroñero frente a su inerte pieza. En un principio lo más lógico es pensar que existe una discordancia enorme entre lo que se vive en estos, en realidad cinco días, y el resto del año desde el punto de vista religioso, que no es diferente a cómo vivimos el resto de nuestra relaciones diarias. El daño psíquico que produce es superior al dolor que los flagelos de la falsa conciencia originan al golpear. Hay un trípode sobre el que asienta lo que de verdad y en realidad sin utopías está ocurriendo. Por un lado, puede estar la creencia, con la “fe del carbonero” y el empecinamiento católico; por otro, está el mundo cofrade, su parafernalia, la dependencia que su fe tiene de las imágenes, su búsqueda de belleza y colorido que hacen atrayente su obra. Y, en tercer lugar, está algo de carácter más mórbido.

No encaja, como puerta raída por el paso del tiempo, que tanta movilización de gente en torno a la imagen de Jesús y María, el resto de año se transforme en algo tan opuestamente distinto, como es el destierro y desprecio de la asignatura de religión que enseña precisamente aquellas verdades por la que el Maestro/Mesías fue crucificado. La de alumnos que cada vez y a medida que van creciendo dejan la religión apartada y aumenta el aislamiento de todo lo que sea liturgia, iglesia o curas, es algo inexplicable, viendo esta masa ingente del comentado Viernes Santo, pero no lo es tanto cuando uno tiene curiosidad por conocer la reciente historia de España de los siglos XIX y XX y lo va de este XXI, donde se han cometido acciones sobre los templos que denigran la condición de humanos y quizás ni las hienas pudieran hacerlo peor. Se escuchan a lo largo del año frases tan poco lógicas como decir yo creo en Dios, pero no quiero saber nada de curas o Iglesias. Sería lo mismo que decir si quiero saber de ciencias y letras, pero sin profesores ni libros. Sería pedir una autonomía, como la que algunas Comunidades Autónomas quieren conseguir. Estos tres puntos de apoyo descritos nunca servirán para sostener un pedestal tan sublime como es la enseñanza de los evangelios y la tragedia cruenta de quien los ideó y expuso, que requiere continuidad si pretende llamarse cristianismo, es decir, seguidor de Cristo y no un salto para sobresalir una semana entre las cincuenta y dos del año.

El arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos con la finalidad de producir deleite y sobre todo emocionen la sensibilidad bien de forma alegre o triste, define a la música. Es algo imprescindible y alma de las cofradías. Crecen de modo continuado cada año el número de marchas cofrades que se estrenan cada Semana Santa. No es lo más difícil componerlas, sino el mantenerlas a lo largo de los años. Y algunas lo han conseguido. El 20 de noviembre de 1936 no fue precisamente un día alegre o agradable en el vivir de nuestra nación. Tres muertes sirven de ejemplo, del enorme drama que asoló a España, de cuyo luto aún no nos hemos liberado. En Alicante el asesinato de José Antonio Primo de Rivera. En Madrid y es a lo que me quiero referir el asesinato del leonés Buenaventura Durruti, líder del sindicato anarquista CNT, y el asesinato de Manuel Font de Anta, compositor de un poema sinfónico en forma de marcha fúnebre que desembocaría finalmente en la archifamosa “Amarguras” marcha procesional sin la cual no puede concebirse una Semana Santa andaluza y española.

Fuera Manuel, su hermano José o el padre de ambos, lo más lógico es pensar en una coautoría entre los tres, lo cierto es que al día siguiente de estas ejecuciones sonaba la marcha “Amarguras” basada e inspirada en la zarzuela peruana “La Nusta” no en la calle Sierpes sevillana, ni en carrera oficial, sino en el cementerio de Montjuic de Barcelona, sin incienso, imágenes o saetas sino entre milicianos con pistolas que arropaban el féretro tapado por bandera negra y roja del dirigente militar de las llamadas columna de Durruti. Paradojas de la vida española y salto a la fama y eternidad de una marcha cofrade orgullo de nuestra Semana Santa y expresión clara y determinante de que en este país se ignora más que se piensa y por eso se toca esta pieza musical en el óbito de una persona tan enemiga -pero con gusto por la música cofrade- como fue este personaje cuya historia se debe conocer, porque no es precisamente un personaje de utopía, fue una realidad que no puede repetirse.

 

 

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