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Viernes 01/08/2025
 
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Andalucía Game

Análisis: HITMAN: World of Assassination en Nintendo Switch 2

Especialmente en su sorprendente adaptación a Nintendo Switch 2, el legado del asesino calvo vestido de etiqueta se convierte en una sinfonía de sigilo portátil

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Es curioso cómo un personaje que vive en las sombras, que se mimetiza con su entorno y cuya misión es pasar desapercibido, ha conseguido dejar una huella tan marcada en el mundo del videojuego. El Agente 47 no grita, no corre tras explosiones, no busca reconocimiento.

Pero ahí está, una y otra vez, infiltrándose no solo en escenarios hiperdetallados, sino también en nuestra memoria como uno de los iconos silenciosos más potentes de las últimas dos décadas. Con HITMAN: World of Assassination, y especialmente en su sorprendente adaptación a Nintendo Switch 2, el legado del asesino calvo vestido de etiqueta se convierte en una sinfonía de sigilo portátil que no solo mantiene el pulso de la saga, sino que la reimagina en clave nómada, inmediata y adictiva.

La primera sensación que asalta cuando se lanza una misión en Switch 2 no es la del downgrade gráfico que cabría temer: es, al contrario, la fascinación por lo intacto que se mantiene el diseño meticuloso de IO Interactive. Las texturas no tienen la nitidez extrema de una PS5, ni falta que hace.

Lo importante sigue ahí: las rutinas vivas de los NPC, los espacios interconectados, las oportunidades emergentes, la precisión con la que cada detalle está colocado para invitarte a experimentar. Aquí lo importante no es cómo se ve la chaqueta del objetivo bajo el sol de Sapienza, sino cómo reacciona cuando la música cambia en su fiesta privada o cómo se altera su patrón si le distraes con una llamada inesperada. World of Assassination en Switch 2 no es una versión menor, es una versión distinta, pero igual de capaz de ofrecer experiencias tensas, inteligentes y elegantes.

Uno de los méritos más notables es que la inteligencia artificial no ha sufrido recortes visibles. Los guardias siguen con sus ojos entrenados, los chefs cuchichean cuando algo huele raro, los invitados se alarman si te ven merodeando donde no debes. Hay un pulso latente, una lógica que sostiene al mundo y que no se rompe por estar en un sistema híbrido. Jugar con auriculares, ya sea en el tren o tumbado en la cama, convierte cada misión en un acto de inmersión absoluta. Escuchas la puerta cerrarse, el clic de un seguro, el murmullo sospechoso de un informante... y de pronto, todo cobra sentido. Aquí el sonido es un arma más, uno que te permite anticipar y planear sin que el juego tenga que decirte nada.

Lo interesante de este World of Assassination es que, lejos de simplificar su propuesta, te exige que aprendas su lenguaje, que entiendas cómo leer los espacios, cómo anticipar rutinas, cómo sembrar el caos con elegancia.

No es un juego que te premie por correr, sino por esperar. Por pensar. Por observar. Y cuanto más lo haces, más te transforma en una mente táctica, en una coreografía viva que fluye entre multitudes sin que nadie sepa que estás ahí. En Switch 2, esa experiencia se vuelve íntima. Eres tú, un par de Joy-Cons o un mando Pro, y el mundo entero a tu disposición para ser manipulado.

La rejugabilidad sistémica es otra de sus grandes bazas. Cada nivel es una obra de relojería donde los engranajes pueden alterarse con un solo gesto: un veneno en una copa, una distracción en el baño, una llave encontrada en el bolsillo de un jardinero desprevenido. Nada es igual dos veces. Y eso invita no solo a volver, sino a obsesionarte. A diseñar ejecuciones perfectas. A intentar que parezca un accidente, que nadie se entere, que la muerte llegue como un suspiro y desaparezca como si nunca hubiera estado ahí. Esta capacidad de reinvención convierte a cada nivel en un ecosistema vivo, uno que cambia contigo.

La progresión del personaje ha sido inteligentemente integrada para no entorpecer el diseño abierto de las misiones. No se trata de subir niveles para ser más fuerte, sino de desbloquear nuevas herramientas, ubicaciones de inicio, disfraces y rutas alternativas que te empujan a probar métodos diferentes. Es una progresión que recompensa la curiosidad, no la repetición. Que te premia por pensar fuera del molde, no por machacar una fórmula hasta romperla. Así, aunque repitas la misma misión diez veces, nunca sientes que estás haciendo lo mismo.

Desde el punto de vista narrativo, World of Assassination confía en la inteligencia del jugador. No necesitas largas cinemáticas para entender que estás matando a un monstruo en forma de político, traficante o empresario sin escrúpulos. Lo sabes por los detalles: por cómo lo tratan sus empleados, por los documentos que encuentras, por las conversaciones cruzadas que escuchas desde una rendija. La narrativa se filtra, no se impone. Y eso es oro en tiempos donde muchos juegos subrayan cada gesto para que nadie se pierda.

En cuanto a contenido, el juego reúne lo mejor de la trilogía moderna, fusionando niveles y experiencias en un solo hub central donde todo fluye con naturalidad. Las localizaciones —Dubai, Dartmoor, Berlín, Mendoza— siguen siendo obras maestras de diseño vertical y horizontal, pero además se han beneficiado del tiempo: IO ha ido puliendo detalles, equilibrando comportamientos, afinando la experiencia global. Y la Switch 2, con su nueva potencia, permite que todo eso funcione con sorprendente soltura. Cargar partidas rápidas, experimentar con rutas, fallar y reintentar es tan fluido que cuesta creer que estemos hablando de una consola portátil.

Y aunque no hay un multijugador en tiempo real, la experiencia se amplía con los contratos creados por la comunidad, los objetivos esquivos que aparecen por tiempo limitado, y los desafíos temáticos que exigen creatividad y adaptabilidad. Lo que IO ha construido aquí es una comunidad silenciosa de asesinos creativos, que no compiten por reflejos sino por ingenio. Y eso, en un mundo de shooters frenéticos y mundos abiertos clónicos, es refrescante y profundamente satisfactorio.

En definitiva, HITMAN: World of Assassination en Nintendo Switch 2 es mucho más que una simple adaptación: es una confirmación de que el diseño inteligente, la paciencia narrativa y la creatividad sistémica no tienen por qué estar atadas a la potencia bruta. Es un juego que no grita, pero que deja huella. Que no te guía de la mano, pero te recompensa cuando piensas por ti mismo. Que no necesita parecerse a nadie más, porque sabe exactamente lo que quiere ser y cómo lo logra.

Y tú, cuando apagas la consola después de ejecutar el plan perfecto, cuando cierras la funda con una sonrisa sabiendo que nadie vio nada, lo entiendes todo: no solo has completado una misión. Has compuesto una sinfonía de precisión. Has coreografiado la muerte como si fuera arte. Has sido invisible. Y nada resulta más adictivo que eso.

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