Toca tratar sobre como últimamente más que nunca se acorrala a la libertad de expresión en varias plataformas de Internet. Se cierran canales de YouTube y cuentas de Twitter por motivos incomprensibles, aunque resulte significativo que suceda justo cuando sus autores obtienen un mayor alcance con videos u opiniones contrarias a las posturas e intereses defendidos en los medios.
Esta curiosa recompensa al esfuerzo ha ocasionado que se masque en las redes una especie de incertidumbre respecto a lo que pueda ocurrirles a otros usuarios de esas plataformas que opinasen de la misma forma que los castigados, y lo que es aún peor a los que puedan hacerlo en un futuro.
Tristemente esto ha generado miedo a que según lo que se diga pueda perderse injustamente el estatus que con tanto trabajo se haya podido conseguir en las plataformas y redes sociales, porque quienes dicen enarbolar la bandera de la libertad perpetran denuncias organizadas e imponen leyes mordaza para destruir el trabajo que otros realizan para expresar sus ideas y postulados, solo porque se oponen a los suyos.
Eso es censura. Hoy día hay más oportunidades y más libertad que nunca para expresarse, pero sobre todo ello recae una opresión velada que determina las opiniones que aplaudirá el sistema y la que serán silenciadas por resultarle incómodas.
Resulta que finalizando 2019 hay que vivir con miedo a expresarse en Internet, haciendo juegos semánticos para que un algoritmo no detecte palabras que son inadecuadas según algunos y no diciendo lo que se piensa para no exponerse a un escarnio público.
Esto sucede al amparo de corrientes ideológicas que van a más porque los órganos que fueron creados para la defender la verdad y la justicia están quedando a merced de quienes con su poder interpretan las leyes (y las crean) para imponer esas ideologías. Se vive con miedo a opinar, pendiente de la denuncia que cualquiera puede poner por sus intereses o simplemente inventada.
Así por ejemplo no puede hablarse de que la ideología de género elimina la presunción de inocencia en hombres y propicia resoluciones judiciales desproporcionadas; no se pueden decir ciertas cosas porque significan volver al pasado según los que las acallan valiéndose de la misma censura y opresión que utilizaron quienes vivieron en ese pasado; no puede opinarse diferente sobre el cambio climático; etc.
En los medios de comunicación ya es casi imposible disentir intelectualmente y expresar su disconformidad, pero aún parecía que Internet lo seguía permitiendo, pero ahora es una lástima que quienes allí lo hacen vayan a terminar sintiéndose como unos exiliados dentro de su país por culpa de la imposición ejercida por los mediocres que solo entienden la libertad desde la envidia y la sinrazón (no solo en política). No tenemos derecho a dejar esto a nuestros hijos.