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Miércoles 30/07/2025
 

Hablillas

Otra de verano

Las hojas rotas por los efectos del doblez y los años sobre la grapa central no estropeaban la admiración ni la sorpresa por el descubrimiento

Publicado: 27/07/2025 ·
14:34
· Actualizado: 27/07/2025 · 14:34
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Sí, estos días tan calurosos dan para mucho en casa, sobre todo para ejecutar labores de expurgo. Echando mano de la voluntad son horas muy aprovechadas, aunque resulten interminables, porque es uno quien pone el punto final con la absoluta certeza de que nos podemos deshacer de mucho más. Es entonces cuando nos hacemos el propósito de enmienda por enésima vez, cuando nos juramos donar ropa, enseres e incluso muebles y eliminar -en el caso de los documentos- cuantos hayan expirado su vigencia.

Y ahora la memoria nos muestra el presente llevándonos al pasado, a la infancia entre la casa de los abuelos o a la nuestra al revivir aquellos días comiendo por turnos, con el olor de la cal y la pintura viviendo en la nariz y en la boca, una especie de reino con acuerdo tácito de abdicación mientras las cucharadas subían y bajaban hasta vaciar el plato.

En esos veranos los niños aprendimos a ver el pasado, a preguntar por él al encontrar un rosario roto, un misal con las tapas de pasta, un pañuelo hecho jirones o una revista con los cantos gastados, esperando la respuesta de la voz empañada de quien nos sentaba a su lado para contarnos esa parte de la vida con forma y fondo de cuento.  

Éramos pequeños y lo ignorábamos, pero al terminar cada relato nuestra vida había cambiado, iba creciendo al mirar con atención a este protagonista, al objeto improvisador de la historia, especialmente si lo habíamos podido tocar, sentirlo sobre la mano para imaginar la nuestra, guardarla sin saberlo en nuestra cabeza con el fin de rescatarla en momentos evocadores como el de hoy.

Debe de ser la calma del levante. Esta tranquilidad momentánea ha acariciado estos tres minutos para cargar estos renglones de nostalgia por donde brilla tenue la alegría de aquella inocencia en otra hablilla de verano.

Pero lo que realmente desataba la curiosidad y la ternura a partes iguales eran los tebeos. Las hojas rotas por los efectos del doblez y los años sobre la grapa central no estropeaban la admiración ni la sorpresa por el descubrimiento, por ese rato leyendo las aventuras de Roberto Alcázar y las historietas del TBO, citados varias veces a lo largo de estos veinticuatro años que cumplen las hablillas editándose en papel y asomándose a la pantalla, un momento que se nos ha repetido muchas veces, que nos hace refunfuñar por lo cansino y sin embargo nos alegra haber sido parte de ellos.

Pasan los años y la labor de expurgo permanece. Es cíclica, pero nos despista al disfrazarse de eternidad mientras vivimos.

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