¿Qué nos enseña la paradoja del gato de Schrödinger? Esta paradoja sugiere que el universo se ramifica constantemente en múltiples realidades paralelas, y que cada realidad representa un resultado diferente. En estas realidades paralelas, todos los factores permanecen constantes excepto el resultado del suceso. Schrödinger afirmaba que, hasta el momento en que la caja se abriese, el gato estaría “vivo y muerto al mismo tiempo”. Según la teoría cuántica, hasta que la caja se abra y se realice una medición, el gato se encuentra en una superposición cuántica de estar vivo y muerto al mismo tiempo.
En esta misma paradoja se encuentra uno de los contratos que se ha multiplicado en los últimos años; el contrato fijo discontinuo. El gato es el trabajador y la caja que lo contiene y da lugar a todas las posibles realidades, es el contrato fijo discontinuo.
De primeras, llama la atención como dos conceptos opuestos conviven en aparente normalidad para dar nombre a una relación laboral. Algo “fijo” denota continuidad y estabilidad, mientras que “discontinuo” implica inestabilidad y discontinuidad; un “sí, pero no”; un contrato fijo pero discontinuo. En otras palabras, un contrato indefinido pero intermitente, con la aparente estabilidad de una carretera recién asfaltada con su capita de cemento sobre socavones creados por lluvia de años y el desgaste de generaciones sobre ruedas. Algo así como el vaivén de nuestras caderas, impuesto por la carretera Sanlúcar-Jerez, aún después de sus múltiples arreglos.
Entonces, el contrato indefinido se basa en un acuerdo laboral sin fecha de finalización laboral, un contrato temporal, por el contrario; sí tiene fecha fin. En ambos casos los trabajadores engrosan las listas de trabajadores en alta y cotizan. Estas cotizaciones son aportaciones económicas a la Seguridad Social para financiar prestaciones de jubilación, incapacidad temporal y desempleo, entre otras. Por otro lado, un parado o desempleado es aquella persona que se encuentra en edad de trabajar, pero sin trabajo en ese momento, y puede tener derecho a prestaciones o subsidios, formando parte de la lista de parados.
Ahora bien, un contrato fijo-discontinuo es de modalidad indefinida, con llamamientos temporales. Los trabajadores con esta modalidad de contrato forman parte de las listas de trabajadores en alta y a la vez pueden estar en situación de inactividad percibiendo una prestación.
Al igual que el gato de Schrödinger, un contrato de esta modalidad sugiere una paradoja que se ramifica constantemente en múltiples posibles realidades; inactivo pero no parado, activo pero no fijo, con un contrato pero sin trabajo, recibiendo una prestación pero en alta. El trabajador fijo discontinuo puede estar en situación activa o inactiva, siempre como trabajador en alta y solo a veces como beneficiario de prestación o subsidio; todo y nada al mismo tiempo.
Cada mes ingerimos mayor número de noticias auspiciosas sobre la disminución de la tasa de paro. Sin embargo, las arcas merman y nos preguntamos cómo es posible. ¿El aumento de trabajadores en alta no es suficiente para mantener el sistema? En un sistema tan insostenible como desordenado, las listas han dejado de ser un elemento útil de gestión.Si en buenas manos, las listas cumplen con la finalidad de ordenar y gestionar los bienes para una posterior distribución de la riqueza, en las manos incorrectas con intereses debatibles, pasan a ser un elemento útil de desorden y desequilibrio.
Mientras el interés político sea la mano que (des)ordena, la dueña y señora del relato, seguiremos atendiendo al fenómeno paradójico de Schrödinger. El problema es que el gato de nuestro paradigma huele a rancio y nos intentan convencer de que éste es el olor del crecimiento, del desarrollo y el auge.