Los incendios siguen copando la actualidad cordobesa, aunque, en esta ocasión, para bien. Y es que un equipo de investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO), ha participado en el proyecto transfronterizo REFLORESTA, que está centrado en en desarrollar un "índice complejo" que permita detectar las variables que hacen a un paraje natural más resiliente contra los fuegos.
Los miembros de este trabajo se han hecho preguntas como "¿cómo se construye un paisaje forestal capaz de resistir mejor el impacto del fuego? ¿Depende solo del tipo de vegetación o el clima, o también del uso que las personas hacen del territorio?" con el fin de que, al dar con la respuesta, seamos capaces de prevenir y erradicar más rápido fuegos como el que calcinó 84 hectáreas de la sierra cordobesa desde que se declarase el incendio en la zona del Castillo de la Albaida el pasado 22 de julio.
El objetivo, según explican los investigadores, no es evitar que haya incendios, algo difícil en los ecosistemas mediterráneos, sino reducir su severidad, limitar sus daños y facilitar la recuperación del territorio.
“Los incendios seguirán ocurriendo”, explica Guillermo Palacios, que participa en el proyecto y lidera la investigación en la Universidad de Córdoba, “pero podemos diseñar paisajes que convivan mejor con ellos, que frenen su propagación y se recuperen antes”.
Una de las particularidades del proyecto es que tiene en cuenta los escenarios futuros de cambio climático, algo fundamental en la gestión forestal. “No podemos diseñar un paisaje forestal pensando únicamente en el presente. Las decisiones que tomamos hoy deben anticiparse a los escenarios climáticos que tendremos dentro de 30, 40 o 50 años, cuando el bosque que estamos gestionando deberá estar plenamente adaptado”, señala Palacios.
De esta forma, el equipo de la universidad cordobesa, formado por los investigadores Guillermo Palacios, Rafael Navarro, Miguel Ángel Lara y Carlos Rivas, trabaja en el desarrollo y validación de esta herramienta digital, que analiza cómo se han comportado los incendios forestales en diferentes entornos durante las últimas décadas.
A partir de datos geográficos, ecológicos, sociales y económicos, se busca detectar patrones que permiten evaluar el grado de resiliencia de un paisaje determinado, gracias a modelos de aprendizaje automático, una rama de la inteligencia artificial.
“No es fácil definir qué es un paisaje resiliente”, explica Palacios, que prosigue diciendo que “para un ingeniero gestor forestal es el que resiste el fuego y se regenera rápido tras un incendio. Pero para un habitante local, puede ser el que le permita mantener su sustento de vida y, para un gestor público, el que tenga mayor valor paisajístico o turístico”, haciendo referencia a la cantidad de factores y puntos de vista que se tienen en cuenta en el estudio.
Por eso, además de utilizar datos ecológicos como pueden ser la estructura y composición de la masa forestal, la fragmentación del paisaje o las características climáticas, el índice también tiene en cuenta factores sociales y económicos como pueden ser la accesibilidad, los caminos de acceso, la proximidad de la población, los usos del suelo o la disponibilidad de medios de extinción.
El ahorro económico que puede generar esta herramienta, dicen los investigadores, es "difícil de cuantificar", pero los costes derivados de un incendio "van mucho más allá de la pérdida de arboleda. Afectan al agua, a las emisiones de carbono, el paisaje, el turismo, la recolección de productos silvestres y la seguridad de las personas", señalan.
El modelo desarrollado no sustituye a la acción humana, pero sí proporciona información clave para mejorarla. El proyecto prevé la transferencia de resultados para que las administraciones competentes puedan usar este índice en el diseño y ejecución de planes de restauración en base a esta herramienta.