El 3 de julio, poco antes de que el calor se despertara, ‘el Niño la Ica’, mi mejor amigo, como todos los días, me sacó a pasear. Pero en vez de ir al paseo marítimo, me llevó a la plaza Inmaculada. Me sorprendió la cantidad de gente que entraba con sus perros en el Ayuntamiento. Yo, por mi tamaño, iba en brazos. No se cabía, porque aquella especie de huelga o manifestación para pedir que habilitaran un trozo de playa para perros coincidía con un pleno, y no tenéis ni idea de la que se armó. Los heroicos ladridos de los más revoltosos, las dudas de los más preguntones y la impaciencia de algunos concejales hicieron que llegara la Policía. El entendimiento hombre-perro era un controvertido desorden difícil de ordenar, hasta que las fuerzas del orden ordenaron el desalojo de los de seis patas (dueños y perros), para que el pleno siguiera su curso, que terminaría a las cinco de la tarde, con la condición de una reunión al día siguiente con el concejal de Playas.
Con más orden y tranquilidad se volvió a discutir, pero esta vez, a nosotros, los verdaderos perjudicados, no nos dejaron entrar. Según los inconvenientes aportados por el señor concejal y la técnica de Playas, no era del todo fácil conseguir tal petición. Nuevamente, todos hablaban al mismo tiempo. Esta vez fue más complicado y confuso, quizá porque faltaban nuestros ladridos. En fin, que después de preguntas sin respuestas y respuestas sin preguntas, con intervenciones de todo tipo, se quedó en que en unos días retomarían el tema, tras obtener una exhaustiva información, antes de permitirnos mojar las patitas en agua salá.
Así que, con el permiso del Niño la Ica, expongo mi reflexión perruna: a día de hoy, quizás la depuradora perjudica más que un millón de dálmatas. Un año más nos quedamos sin banderas azules, aunque cangrejos azules haya una jartá. Las vacas de Retín pueden bañarse, mearse, refrescarse… ¿Qué pasa?, ¿tenemos que embestir o tener cuernos para bañarnos? Si somos de raza canina, andemos a cuatro patas o veamos en blanco y negro, como está el cotarro cordonabalocerdán, andamos mejor que muchos de ustedes: respetamos razas y sexos, y aunque nuestra visión solo perciba dos colores, lo tenemos muy claro. Porque nuestra solidaridad suple todos los colores, sin repudiar negros, rojos, naranjas, amarillos ni otras razas distintas, incluso inmigrantes.
Nuestro vocabulario solo tiene una palabra, y nos entendemos mejor que ustedes con 28 idiomas, más inglés, francés, alemán, redes sociales y hasta la I.A. Con solo decir “guau” nos sobran todas las demás. Así que, para terminar mi alegato —sin tener nada de gato—, en nombre de todos los que hablamos el “guau guau”, SOLICITAMOS:
Un CampingCan en el chalet de aquel viejo dictador o en la isla San Paulino, aunque tengamos que cruzar el carril bici. Habiliten una guardería perruna en el cine Avenida, y así lo abrimos. Abran una pisciperrería, un burgerperro en el hotel fantasma frente a Rajamanta, ahora que han quitado el barro colorao. ¡Será por sitio!
Como veis, queridos amigos, no hace falta comerse mucho el tarro para que disfrutemos de un lugar de ocio en este pueblo. Ya lo decía un dicho gracioso que alguien escribió en el muro del puerto: “Sin Retín ni Yerbabuena, ¿dónde vamos, Azucena?”. Así que nuestro grito de guerra este año será:“¡Molina canalla, los perros queremos playa!”.