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Martes 03/06/2025
 
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Vejer

Juan María: “Hemos sido mucho más que un comercio”

Juan María Fernández dice adiós a una vida dedicada al comercio tradicional en el casco histórico de Vejer

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  • Juan María Fernández. -
  • "A lo largo de estos 85 años de historia nos ha tocado lidiar con realidades y obstáculos diferentes, pero siempre hemos sabido adaptarnos”

Mediados del siglo XX (1940), España acababa de salir de una dolorosa Guerra Civil y  en Vejer, como en tantos otros pueblos de España, la realidad de las familias no era otra que la propia supervivencia.

Aunque cueste reconocerlo, ya no tenemos lo que siempre hemos entendido como un casco histórico; ahora esto ha pasado a ser una especie de parque temático"

Conseguir patatas, cebollas, pan y, si había suerte, un poco de aceite era el objetivo diario.

Tiempo de necesidad, de imposibles, en el que, el ahora arrinconado comercio local, se convirtió en una tabla de salvación, de posibilidades, para muchos de esos vejeriegos que no podían acceder a casi nada.

Comercios como el que entonces, en un casco antiguo bullicioso y vivo, abrió José Fernández Sánchez ‘El Fino’ y que hoy (el próximo 7 de junio), 85 después y tres generaciones más tarde, cerrará sus puertas, dejando atrás mil y una historias bañadas de un extraordinario componente humano.

“Mentiría si dijese que no se me hace difícil cerrar las puertas de un comercio que ha significado tanto para mi familia y, también, para nuestro pueblo, para muchas de sus familias. Han sido muchos años, muchos complicados, pero, como se suele decir, al final esta aventura ha valido la pena”, señala Juan María Fernández Sánchez, nieto de José Fernández Sánchez, mientras atiende a Pepa, una de esas clientas que se han convertido en familia,

“Los pueblos tienen alma y, parte de ella, sin duda, está en sus comercios. En esas personas que, como mi abuelo, mi padre y, si se me permite, yo mismo, hemos sido algo más que  simples comerciantes, involucrándonos en la realidad de nuestros vecinos  y sumando en la medida de nuestras posibilidades”.

“Mi abuelo”, recuerda, “se dedicó a ir por las huertas de los amigos para traer a Vejer esas verduras que tanta falta hacían en un tiempo tan duro como la posguerra”. “Más tarde”, revive emocionando, “mi padre (Alfonso Fernández Infante) se reinventó, ampliando el abanico de productos y, muy importante, facilitando su compra a los vecinos a través de la dita o pago aplazado a medida en un tiempo en el que, para la mayoría de los mortales, la palabra banco sonaba muy de lejos”.

“Finalmente, a mí (corría el año 1988) me tocó otro tiempo, otros retos. Una época marcada por el turismo, haciéndome ceramista y tratando de mantener un negocio cuyo ocaso ha venido marcado por el de nuestro propio casco  histórico. Cada día más falto de su gran palpito, de su alma, que no es ni ha sido otra que sus vecinos y vecinas”.

Y es que, “más allá de que, por edad, toque  ‘colgar las botas’, no es menos cierto que ser comerciante en el casco histórico de Vejer se ha convertido en un acto de fe; con interminables inviernos que dan para lo mínimo y veranos que, en volumen de ventas, parecen más de lo que son realmente”.

“El comercio tradicional en cascos históricos como el nuestro”, señala, “solo tiene sentido si hay gente, si hay vida, y, lamentablemente, desde hace años, hemos asistido a un fenómeno de despoblación y turistificación al que hoy día solo resisten algunas familias”. 

“Aunque cueste reconocerlo, ya no tenemos lo que siempre hemos entendido como un casco histórico; ahora esto ha pasado a ser una especie de parque temático, en el que, a día de hoy, solo podemos resistir algunos de sus ‘personajes’ y, mucho me temo, que no tiene solución”.

‘Escenario’ del que, “ahora de otro modo”, seguirá formando parte. “Mis pasiones son la artesanía y mi pueblo, así que tengo previsto abrir un taller (obviamente sin ánimo de lucro) para enseñar y, además, en lo que ahora es la zona de comestibles, habilitaré un pequeño museo con todos esos recuerdos de familia que he ido guardando”.

De este modo, Juan María Fernández  no solo cierra un capítulo de su vida y de su familia; echa el telón a una parte importante de la historia del comercio local , del centro histórico y del propio Vejer. Ese que, como muestra de agradecimiento infinito, lo sorprendió días atrás con una multitudinaria y cálida despedida. A él y a quien en esta larga aventura, parafraseando al Quijote, ha sido su fiel escudera, Loli Navas Rendón.

 “No hay mayor satisfacción para mí que retirarme con el calor y el cariño de mis vecinos”. “Muchas gracias”, concluye, “a todos por tanto”.   

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