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Lunes 28/04/2025
 
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Cádiz

La música cofrade también es dignidad

La Banda de Rosario sufrió el Martes Santo con Columna una experiencia amarga y humillante que no puede ser ignorada

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  • La Banda de Cornetas y Tambores Rosario de Cádiz. -

Pasada la Semana Santa, resuenan aún los ecos de un incidente que, lejos de ser un simple malentendido, pone de manifiesto una profunda falta de respeto hacia uno de los pilares fundamentales de nuestras tradiciones: los músicos que acompañan nuestras procesiones. La Banda de Rosario, que tuvo la difícil tarea de tocar durante la salida procesional del Martes Santo con la Archicofradía de la Columna, vivió una experiencia amarga y humillante que no puede ser ignorada. La lluvia, que ya de por sí representa un desafío para todos los involucrados, terminó siendo solo el marco de un acto que, más que desafortunado, es indignante.

El comunicado emitido por la banda deja claro que no se trató de un simple desacuerdo, sino de un patrón estructural de descoordinación y desprecio hacia un colectivo que dedica su tiempo, esfuerzo y pasión a engrandecer nuestra Semana Santa. Tras haber acompañado al cortejo con la solemnidad que exige la ocasión, se les negó el acceso al templo, algo que no solo incumple los acuerdos tácitos de respeto, sino que además demuestra una desorganización alarmante. Después de una larga espera y bajo la incesante lluvia, se les permitió ingresar por una puerta secundaria, pero fueron recibidos con empujones y un trato violento por parte de algunos miembros de la seguridad, algo absolutamente inaceptable.

Lo más preocupante no es solo el incidente en sí, sino que la Banda de Rosario señala que este tipo de situaciones no son nuevas. Denuncian una constante falta de coordinación entre las instituciones involucradas, y sobre todo, la sistemática desvalorización de los músicos. Si bien los momentos de gloria durante las procesiones, con las notas de las marchas resonando en las calles, parecen ser un instante de celebridad para todos, cuando las circunstancias se complican, como cuando la lluvia interrumpe el desarrollo normal del acto, los músicos son tratados como meros extras, como si su labor fuera prescindible. Este desprecio hacia quienes contribuyen con su arte y dedicación a la solemnidad de la celebración debe ser denunciado.

La Semana Santa no solo es un acto de fe y devoción, sino también un ejercicio de convivencia. Y la convivencia, en su sentido más profundo, exige respeto mutuo, comprensión y cumplimiento de los acuerdos establecidos. No se puede permitir que los nervios del momento sirvan de excusa para humillar a un colectivo que no solo se ha entregado al evento, sino que forma parte esencial de la misma. Ignorar a los músicos o hacerlos sentir como intrusos en el mismo espacio que se supone sagrado es una falta de respeto inadmisible.

Es momento de que el Consejo de Hermandades de Cádiz y las autoridades de la Catedral tomen nota de lo sucedido. No basta con lamentar lo ocurrido en palabras, es urgente que se revisen los protocolos de acceso, que se forme adecuadamente a los cuerpos de seguridad y, sobre todo, que se reconozca la importancia de los músicos como parte integral de nuestras procesiones. Las instituciones deben asumir que estos colectivos no son meros acompañantes, sino actores esenciales que aportan su talento y su dedicación para que la Semana Santa sea lo que es: una manifestación cultural, religiosa y emocional que forma parte del alma de la ciudad.

Es irónico que, mientras en otras localidades estas mismas bandas reciben un trato más cortés y respetuoso, en Cádiz, una ciudad que se precia de su rica tradición, los músicos sean tratados como si fueran un añadido prescindible. La dignidad, tanto de la música como de los músicos que la hacen posible, no debe ser negociable. La fe y la música, en su forma más profunda, merecen el mismo respeto, y es hora de que nuestra sociedad, representada por las instituciones que gestionan estos actos, se haga eco de ello.

La música, como la fe, también merece dignidad. Y no podemos permitir que esto siga siendo una lección que se repita cada año.

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