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Lunes 28/04/2025
 

Desde el campanario

A nuestra alcaldesa

Hablamos de un incomprensible desprecio municipal a la Memoria Gráfica Ciudadana que puede ser -si no lo es ya- dolorosamente concluyente

Publicado: 25/04/2025 ·
19:23
· Actualizado: 25/04/2025 · 19:23
Autor

Francisco Fernández Frías

Miembro fundador de la AA.CC. Componente de la Tertulia Cultural La clave. Autor del libro La primavera ansiada y de numerosos relatos y artículos difundidos en distintos medios

Desde el campanario

Artículos de opinión con intención de no molestar. Perdón si no lo consigo

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La conocí hace bastante tiempo, cuando su posición política era la de alcaldable. Me solicitó un encuentro para cambiar impresiones sobre la ciudad y recabar mi opinión de lo que se estaba haciendo desde el ayuntamiento, y lo que, según mi criterio, podría mejorarse. Se presentó en la cafetería acordada con una libreta en blanco bajo el brazo, que al terminar la charla salió llena de apuntes. Fue una extensa conversación, de la que guardo un grato recuerdo. Patricia me pareció una mujer de convicciones sólidas, resolutiva, muy cercana y muy cañaílla. Unos años después de aquel café, llegado 2015, se convirtió en la primera dama que ocupaba el cargo de alcaldesa en nuestra ciudad y así sigue hasta la fecha.

A partir de aquella reunión no he vuelto a tener contacto directo con ella, salvo en el matrimonio civil de una de mis hijas que ella misma ofició. El resto, algún que otro saludo por la calle y para de contar.

Esta es la segunda vez que le escribo por este medio. La anterior fue durante una visita del rey a Rota a la que ella acudió. No es necesario entrar en detalles porque fue algo puntual que no me pareció bien en aquel momento y quise hacérselo saber. Todo pasó. No hay más que hablar.

Ahora la cosa me parece mucho más seria, por eso rescato aquel requerimiento que me hizo pidiéndome parecer sobre qué cosas se hacían bien en el ayuntamiento y cuales no tanto. Y a eso voy.

Ya de alcaldesa y valorando su gestión globalmente, considero que se han mejorado muchas cosas en la ciudad. Unas se aprecian a simple vista y otras se ocultan entre los laberintos de la siempre complicada burocracia. Por supuesto que hay errores y cosas por mejorar y completar. Pasa en todas partes y generalmente son reversibles. Pero esta que le cuento a continuación no lo es. Hablamos de un incomprensible menosprecio municipal a la Memoria Gráfica Ciudadana que puede ser -si no lo es ya- dolorosamente concluyente. Se trata del Archivo Fotográfico Quijano.

Mi convencimiento de su cualidad de buena cañaílla, me lleva a pensar que no está muy al corriente de lo que pasa en el Consistorio con esta joya patrimonial de nuestra Historia. Sé con certeza que la totalidad de estas instantáneas incunables se le ha ofrecido recientemente al Área Cultural de la institución que preside, siendo ninguneada por la edil María José Pacheco Guerrero quien, tras una reunión con los herederos legales del Archivo, mostró un ilusionante interés en principio, para terminar, como ya he dicho, subestimando el desinteresado ofrecimiento de la familia Quijano. El silencio esquivo ha sido la última contestación de la edil a la insistencia de los generosos donantes.

Ignoro que tipo de información haya podido llegarle sobre esta inestimable herencia de nuestro pasado, pero me resisto a creer que esté puntualmente advertida. Mucho menos que pudiera formar parte de semejante despropósito cultural, teniendo en cuenta su cariño y compromiso hacia la ciudad que la vio nacer y su afinidad familiar con el arte fotográfico. No ocurre lo mismo con la señora Pacheco, ya que ella es malagueña afincada en Jerez, y no tiene que yo sepa, un pasado afectivo con nuestra tierra. Motivo suficiente para entender que no defienda a muerte la posesión del Archivo que nos estamos jugando. Esta señora carece de sentimientos arraigados a La Isla y, por razones obvias, nunca podrá estimar los cambios producidos en la ciudad con el discurrir de los años, como cualquier cañaílla nostálgico al contemplar un abúlico aparcamiento en el Manchón donde, siendo niño, desbarató sus botas de fútbol pateando aquellos balones de badana, o viendo a sus padres en una foto color sepia posando el día de su boda en el estudio de Quijano, ubicado precisamente junto al despacho que ella misma ocupa en la actualidad. Este asunto reclama la intervención de quienes echamos aquí los dientes. De quienes conocimos el colegio Pelele, sufrimos a Bermejo, nos bañamos en Caño Herrera y nos curamos con don Celestino Rey. Cañaíllas con denominación de origen que se les humedecen los ojos al recordar el Cine Madariaga, el Kiosco Emilio o las Gaseosas De Celis.

El ayuntamiento está a punto de renunciar en favor de terceros casi 18.000 unidades fotográficas entre negativos y diapositivas que abarcan un periodo de tiempo comprendido entre 1880 y finales del siglo XX. Suficiente para que cualquier paisano recree emotivamente su vida entera en esos rectángulos de papel, o que cualquier historiador enamorado de su pueblo, reconstruya cronológicamente la morfología de nuestras calles y nuestros edificios, y la idiosincrasia de nuestra gente, sus hábitos y sus oficios.

Se que conservar, custodiar, exhibir y divulgar este patrimonio gráfico de nuestro ayer es costoso. Pero también sé que merece la pena tirarle un pellizquito a los presupuestos para ponerlo a disposición del pueblo. Es lo que hubiera deseado su último titular Joaquín Quijano Párraga

Por todo esto y mucho más que omito por falta de espacio, es por lo que he querido transmitirle esta inquietud que me aqueja. Me resulta imposible asimilar la indiferencia municipal hacia un bien capital como éste y, por ello, lo revelo. Para que, a su mejor criterio, señora alcaldesa, pueda decidir. Es mi opinión, y la de todos los paisanos con quienes he cambiado impresiones. Permitir que el Archivo Fotográfico Quijano salga de nuestra querida Isla es un desaire a los cañaíllas y una negligencia inaceptable contra nuestra Memoria Histórica.

A fuego quedará grabado en el recuerdo de su gestión, la valentía que tuvo al retirar la estatua del golpista Varela. Pero sus paisanos tampoco la olvidarán, cuando tengan que desplazarse al AHPC para contemplar la transformación sufrida por su ciudad durante más de 130 años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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